miércoles, 1 de febrero de 2012

"" DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA ""


"" DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA ""
Monseñor Pedro Agustin Rivera Diaz
VER NOTA al final del texto.
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Evangelio (cf. Mateo 6, 9-13 y Lucas 11, 2-4):

Padre Nuestro que estás en el Cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo.
DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
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I.- ENSEÑANZA BREVE:

¿Cuál es el sentido de la petición “Danos hoy nuestro Pan de cada día”?
“Al pedir a Dios, con el confiado abandono de los hijos, el alimento cotidiano necesario a cada cual para su subsistencia, reconocemos hasta qué punto Dios Padre es bueno, más allá de toda bondad. Le pedimos también la gracia de saber obrar, de modo que la justicia y la solidaridad permitan que la abundancia de los unos cubra las necesidades de los otros... Puesto que “no sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca de Dios” (Mt 4, 4), la petición sobre el pan cotidiano se refiere igualmente al hambre de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo, recibido en la Eucaristía, así como al hambre del Espíritu Santo. Lo pedimos, con una confianza absoluta, para hoy, el hoy de Dios: y esto se nos concede, sobre todo, en la Eucaristía, que anticipa el banquete del Reino venidero” (Compendio de la Iglesia Católica. Nos. 592-592).


II.- VER - JUZGAR – ORAR - ACTUAR


VER

 
Mucha gente vive triste por lo que tuvo, añorando lo que perdió y ya no tiene: dinero, cosas, salud, juventud, familiares, etc. El motivo de su alegría quedó en el pasado y como éste ya no existe, experimenta tristeza y conserva odios, resentimientos, traumas, complejos, sentimientos de culpa que le hacen permanecer apegadas a personas, cosas o situaciones ya pasadas, pensando que sin ella, no vale nada.
También hay quienes tienen miedo al futuro, acumulan para el mañana, esperan que no les falte nada para cuando sean granes. Tienen miedo de perderlo todo o que se acabe el mundo. No saben vivir el hoy.
Estas y otras personas son incapaces de pensar en Dios y tener confianza en Él. Sólo lo material les interesa.

JUZGAR

 
Para Dios, que es Eterno, todo es un eterno presente. En la medida que entendamos mejor la expresión “danos hoy nuestro Pan de cada día”, experimentamos la confianza para decirle a Dios: “en Ti confío”, ubicándonos realistamente en nuestro diario vivir. Confiando en la amorosa voluntad divina, que en libertad y cotidianamente debemos buscar, aceptar, disfrutar y realizar, en todo momento, en lo que nos agrada y aún en los acontecimientos difíciles, ya sean de índole personal, familiar o social.
Dios nos ama y cada día nos da lo que realmente necesitamos y nunca somos probados más allá de nuestras fuerzas (cf. 1Cor 10,13). Recordar esto siempre nos ayuda a reconocer en todo la voluntad de nuestro Padre Dios y a iniciar cada día, con un renovado esfuerzo, procurando realizar siempre la voluntad divina.
El hoy de Dios, nos coloca en el eterno presente de su amor, por lo mismo, lo que “ayer” conseguí o no obtuve o perdí, no importa. Hoy es un nuevo día y la providencia de mi Padre Dios no me ha de faltar en lo que realmente necesito.
Ciertamente debemos saber mirar el “mañana”, el futuro y planear para construirlo y realizarlo con decisión y confianza, como si todo dependiera de nosotros, sabiendo que todo depende de Dios. Si después de haber puesto todo nuestro empeño en alcanzar un propósito o meta, obtenemos el “éxito” o el “fracaso”, con alegría tendríamos que seguir esforzándonos en hacer el mayor bien posible, buscando alcanzar la meta inicial o alguna diferente, si así fuera conveniente. Incluso si alguna otra persona se apropiara del “éxito” obtenido o todo saliera mal; si alguien nos criticara o viniera una persona y destruyera los que realizamos, no estaríamos preocupados, ni molestos, pues, al fin y al cabo, eso sería, lo que Dios hubiera permitido y sería motivo de alegría, pues nuestra única intención siempre tendrá que ser, cada día, hacer la voluntad de Dios.
Nuestro Padre Dios es providente y sabe lo que necesitamos es casa, vestido salud y sustento, teniendo incluso algo para compartir con los demás, aunque a veces parezca que nos falta lo necesario. Madre Teresa de Calcuta comenta que en una ocasión que repartía un tazón entre gente necesitada, una mujer que apenas tenía para comer ella y sus hijos, le preguntó si podía compartir la mitad de lo recibido, con una vecina que también estaba muy pobre.
“No sólo de pan vive el hombre” (Mt 4, 4) por lo que cuando le pedimos a Dios que “nos dé el Pan de cada día” le pedimos no solo por nuestras necesidades materiales, sino que también pedimos por aquellos valores intangibles como el amor, la familia, los amigos, la solidaridad, la paz, la armonía, la paz, la fe, la esperanza y sobretodo el PAN DE VIDA ETERNA (cf. Jn 6, 47-58) que es JESÚS EUCARISTÍA.
Efectivamente, solo Dios puede saciar el ansia de amor que existe en el corazón del hombre. “Nos has creado para Ti y nuestra alma no descansa hasta que se encuentra Contigo” afirma san Agustín al meditar sobre el vacío existencial de cada persona.
Solo Dios puede saciar nuestra sed de trascendencia. Jesús le dirá a la samaritana: “Si supieras Quien te pide agua de beber, tú le dirías “dame de beber de esa agua que brota del corazón como manantial de agua viva” (cf. Jn 4, 7-15). Y sólo Jesús Eucaristía puede hacer que de nuestro corazón brote la Vida Nueva que anticipa el Cielo en nuestro existir, que nos hace proactivos y felices, que nos hace perseverar para hacer el bien y nos da fortaleza para hacer la voluntad de nuestro Padre Dios, manteniéndonos firmes en la fe: santificándonos, haciéndonos testigos del amor de Dios y permitiendo que en compañía de la Virgen María y de los santos, experimentos la presencia Trinitaria, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, en nuestro corazón.
Jesús, verdadero Dios y verdadero Hombre, en “el Pan de cada día”, se nos da, con su Cuerpo y con su Sangre, con su Alma y Divinidad, en la Hostia Consagrada. Este alimento es el que todos los días debemos desear y pedir, procurando recibirlo por lo menos los domingos, acompañados de nuestras familia.


ORAR

Padre Nuestro, danos hoy el Pan de Cada día, danos a tu Hijo Jesucristo. Danos a Jesús Eucaristía. No te pido más Padre, pues sé que buscando tu Reino, todo lo demás se me dará por añadidura.
Jesús Eucaristía, acepta la total consagración de mi ser y haz de mi corazón el sagrario donde te adore en todos los instantes de mi vida.

ACTUAR


Al decir: “danos hoy el Pan de cada día” procuraré hacer a un lado “mi malestar por el pasado” y “mi miedo por el futuro”, para que siempre en la confianza y el amor de mi Padre Dios, vivir solo mi “aquí y ahora” en el “hoy del amor de Dios”. Por lo mismo siempre procuraré estar en la Gracia de Dios, confesándome por lo menos una vez al mes, comulgando en la Misa dominical y lo más frecuentemente, si es posible, diariamente.
Hoy, de manera más consciente rezaré el Padre Nuestro, reflexionando especialmente las palabras “DANOS HOY ELPAN DE CADA DÍA” y procuraré escribir lo que significan para mí. Si es posible compartiré mi reflexión con Mons. Pedro Agustín.


NOTA: Seguimos meditando el Evangelio, según el esquema de la Lectio Divina (Leer, meditar, orar, contemplar y actuar), presentando: un texto bíblico, un ver, un juzgar, un orar y un actuar. En las meditaciones de estos días tomamos como referencia la Oración del Padre Nuestro, desmenuzando las ideas que nos presenta, para una mejor comprensión y vivencia de las enseñanzas de Jesús, para estar en sintonía con Él, tener sus mismos intereses y ser santos en adoración al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, pues la Oración del Padre nuestro es “el resumen de todo el Evangelio” (Tertuliano) y “la más perfecta de todas las oraciones” (Santo Tomás de Aquino).


Mons. Pedro Agustín Pedro Agustin Rivera Diaz
Rector del Templo Expiatorio a Cristo Rey
Antigua Basilica de Gudalupe

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