jueves, 24 de mayo de 2012

24 de Mayo: Fiesta de Maria Auxiliadora







 
Advocación de la Santísima Virgen -
Historia de la devoción a María Auxiliadora en la Iglesia Antigua.


Los cristianos de la Iglesia de la antigüedad en Grecia, Egipto, Antioquía, Efeso, Alejandría y Atenas acostumbraban llamar a la Santísima Virgen con el nombre de Auxiliadora, que en su idioma, el griego, se dice con la palabra "Boetéia", que significa "La que trae auxilios venidos del cielo". Ya San Juan Crisóstomo, arzobispo de Constantinopla nacido en 345, la llama "Auxilio potentísimo" de los seguidores de Cristo.

Los dos títulos que más se leen en los antiguos monumentos de Oriente (Grecia, Turquía, Egipto) son: Madre de Dios y Auxiliadora. (Teotocos y Boetéia). En el año 476 el gran orador Proclo decía: "La Madre de Dios es nuestra Auxiliadora porque nos trae auxilios de lo alto". San Sabas de Cesarea en el año 532 llama a la Virgen "Auxiliadora de los que sufren" y narra el hecho de un enfermo gravísimo que llevado junto a una imagen de Nuestra Señora recuperó la salud y que aquella imagen de la "Auxiliadora de los enfermos" se volvió sumamente popular entre la gente de su siglo.

El gran poeta griego Romano Melone, año 518, llama a María "Auxiliadora de los que rezan, exterminio de los malos espíritus y ayuda de los que somos débiles" e insiste en que recemos para que Ella sea también "Auxiliadora de los que gobiernan" y así cumplamos lo que dijo Cristo: "Dad al gobernante lo que es del gobernante" y lo que dijo Jeremías: "Orad por la nación donde estáis viviendo, porque su bien será vuestro bien".

En las iglesias de las naciones de Asia Menor la fiesta de María Auxiliadora se celebra el 1º de octubre, desde antes del año mil (En Europa y América se celebre el 24 de mayo). San Sofronio, Arzobispo de Jerusalén dijo en el año 560: "María es Auxiliadora de los que están en la tierra y la alegría de los que ya están en el cielo". San Juan Damasceno, famoso predicador, año 749, es el primero en propagar esta jaculatoria: "María Auxiliadora rogad por nosotros". Y repite: "La Virgen es auxiliadora para conseguir la salvación. Auxiliadora para evitar los peligros, Auxiliadora en la hora de la muerte".

San Germán, Arzobispo de Constantinopla, año 733, dijo en un sermón: "Oh María Tú eres Poderosa Auxiliadora de los pobres, valiente Auxiliadora contra los enemigos de la fe. Auxiliadora de los ejércitos para que defiendan la patria. Auxiliadora de los gobernantes para que nos consigan el bienestar, Auxiliadora del pueblo humilde que necesita de tu ayuda".

La batalla de Lepanto -

En el siglo XVI, los mahometanos estaban invadiendo a Europa. En ese tiempo no había la tolerancia de unas religiones para con las otras. Y ellos a donde llegaban imponían a la fuerza su religión y destruían todo lo que fuera cristiano. Cada año invadían nuevos territorios de los católicos, llenando de muerte y de destrucción todo lo que ocupaban y ya estaban amenazando con invadir a la misma Roma.

Fue entonces cuando el Sumo Pontífice Pío V, gran devoto de la Virgen María convocó a los Príncipes Católicos para que salieran a defender a sus colegas de religión. Pronto se formó un buen ejército y se fueron en busca del enemigo. El 7 de octubre de 1572, se encontraron los dos ejércitos en un sitio llamado el Golfo de Lepanto. Los mahometanos tenían 282 barcos y 88,000 soldados. Los cristianos eran inferiores en número.

Antes de empezar la batalla, los soldados cristianos se confesaron, oyeron la Santa Misa, comulgaron, rezaron el Rosario y entonaron un canto a la Madre de Dios. Terminados estos actos se lanzaron como un huracán en busca del ejército contrario. Al principio la batalla era desfavorable para los cristianos, pues el viento corría en dirección opuesta a la que ellos llevaban, y detenían sus barcos que eran todos barcos de vela o sea movidos por el viento. Pero luego - de manera admirable - el viento cambió de rumbo, batió fuertemente las velas de los barcos del ejército cristiano, y los empujó con fuerza contra las naves enemigas. Entonces nuestros soldados dieron una carga tremenda y en poco rato derrotaron por completo a sus adversarios. Es de notar, que mientras la batalla se llevaba a cabo, el Papa Pío V, con una gran multitud de fieles recorría las calles de Roma rezando el Santo Rosario.

En agradecimiento de tan espléndida victoria San Pío V mandó que en adelante cada año se celebrara el siete de octubre, la fiesta del Santo Rosario, y que en las letanías se rezara siempre esta oración: MARÍA AUXILIO DE LOS CRISTIANOS, RUEGA POR NOSOTROS.

El Papa y Napoleón -

El siglo pasado sucedió un hecho bien lastimoso: El emperador Napoleón llevado por la ambición y el orgullo se atrevió a poner prisionero al Sumo Pontífice, el Papa Pío VII. Varios años llevaba en prisión el Vicario de Cristo y no se veían esperanzas de obtener la libertad, pues el emperador era el más poderoso gobernante de ese entonces. Hasta los reyes temblaban en su presencia, y su ejército era siempre el vencedor en las batallas.

El Sumo Pontífice hizo entonces una promesa: "Oh Madre de Dios, si me libras de esta indigna prisión, te honraré decretándote una nueva fiesta en la Iglesia Católica". Y muy pronto vino lo inesperado. Napoleón que había dicho: "Las excomuniones del Papa no son capaces de quitar el fusil de la mano de mis soldados", vio con desilusión que, en los friísimos campos de Rusia, a donde había ido a batallar, el frío helaba las manos de sus soldados, y el fusil se les iba cayendo, y él que había ido deslumbrante, con su famoso ejército, volvió humillado con unos pocos y maltrechos hombres.

Y al volver se encontró con que sus adversarios le habían preparado un fuerte ejército, el cual lo atacó y le proporcionó total derrota. Fue luego expulsado de su país y el que antes se atrevió a aprisionar al Papa, se vio obligado a pagar en triste prisión el resto de su vida. El Papa pudo entonces volver a su sede pontificia y el 24 de mayo de 1814 regresó triunfante a la ciudad de Roma. En memoria de este noble favor de la Virgen María, Pío VII decretó que en adelante cada 24 de mayo se celebrara en Roma la fiesta de María Auxiliadora en acción de gracias a la madre de Dios.

San Juan Bosco y María Auxiliadora -

El 9 de junio de 1868, se consagró en Turín, Italia, la Basílica de María Auxiliadora. La historia de esta Basílica es una cadena de favores de la Madre de Dios. su constructor fue San Juan Bosco, humilde campesino nacido el 16 de agosto de 1815, de padres muy pobres. A los tres años quedó huérfano de padre. Para poder ir al colegio tuvo que andar de casa en casa pidiendo limosna.

La Sma. Virgen se le había aparecido en sueños mandándole que adquiriera "ciencia y paciencia", porque Dios lo destinaba para educar a muchos niños pobres. Nuevamente se le apareció la Virgen y le pidió que le construyera un templo y que la invocara con el título de Auxiliadora.
Empezó la obra del templo con tres monedas de veinte centavos. Pero fueron tantos los milagros que María Auxiliadora empezó a hacer en favor de sus devotos, que en sólo cuatro años estuvo terminada la gran Basílica. El santo solía repetir: "Cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro de la Santísima Virgen".

Desde aquel santuario empezó a extenderse por el mundo la devoción a la Madre de Dios bajo el título de Auxiliadora, y son tantos los favores que Nuestra Señora concede a quienes la invocan con ese título, que ésta devoción ha llegado a ser una de las más populares.

San Juan Bosco decía: "Propagad la devoción a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros" y recomendaba repetir muchas veces esta pequeña oración: "María Auxiliadora, rogad por nosotros". El decía que los que dicen muchas veces esta jaculatoria consiguen grandes favores del cielo.


SAN JUAN BOSCO Y SU EXPERIENCIA DE MARÍA AUXILIADORA
Don Bosco propaga la devoción a Maria Auxiliadora celebrando todos los años su fiesta con solemnidad el día 24 de mayo, predicando y promoviendo novenas. Y sobre invocando su protección mediante la Bendición de Maria Auxiliadora , la cual, obtuvo Don Bosco los milagros obrados en Italia, Francia y España.
A los primeros misioneros le recomendaba: “ Propaguen la devoción a Maria Auxiliadora, a Jesús sacramentado y veréis lo que son los milagros”.

Estas son palabras dadas por San Juan Bosco...sobre la Virgen Auxiliadora:
"Cuántas y cuántas personas hay que, por intercesión de María Santísima, pudieron ordenar los asuntos de su alma!
Uno logró perder una mala costumbre, otro adquirió una virtud difícil de practicar…
Os recomiendo, pues, por cuanto sé y puedo, que invoquéis todos a María Santísima!.
Esta Madre piadosa concede fácilmente las gracias que necesitamos, y sobre todo las espirituales. Ella es poderosísima en el Cielo y cualquier gracia que pida a su Divino Hijo, le es concedida al instante.
La Iglesia nos da a conocer el poder y la benignidad de María con aquel himno que empieza: Si coeli quaeris ianuas, Mariae nomen invoca. (Si buscas las puertas del cielo, invoca el nombre de María).
Si, para entrar en el cielo, basta invocar el nombre de María, preciso es decir también que Ella es poderosa.
Su nombre es representado como puerta del cielo, y todos los que quieren entra en él deben encomendarse a María.

Recurramos nosotros a Ella, especialmente para que nos ayude en el momento de la muerte.
La Iglesia, en efecto, dice en otro lugar que María, por sí sola, es terrible como un ejército ordenado para la batalla, que lucha contra los enemigos de nuestra alma
Aunque, en el sentido literal de la Sagrada Escritura, estas palabras se refieren a los enemigos de la Iglesia, sin embargo el espíritu de la Iglesia misma las refiere también a nuestros enemigos particulares en las cosas del alma.

Sólo al oír el nombre de María, se dan a la fuga los demonios.
Por eso, es llamada Auxilium Christianorum, Auxilio de los Cristianos, lo mismo contra los enemigos exteriores que contra los enemigos interiores.
Nosotros principalmente debemos encomendarnos a Ella, nosotros que celebramos su fiesta de manera particular como nuestra propia fiesta, aun cuando sea fiesta de la Iglesia universal.

Por este motivo os recomiendo cuanto sé y puedo, y deseo que mi consejo quede grabado en vuestra mente y en vuestro corazón; invocad siempre el nombre de María, especialmente con la jaculatoria: María Auxilidora de loa cristianos, ruega por nosotros!

Todos nosotros tenemos nuestras debilidades, y, por eso, todos necesitamos auxilio.
Por tanto, cuando querais obtener una gracia espiritual, tomad la costumbre de rezar, de vez en cuando, esta jaculatoria.
Es una gracia espiritual verse libre de tentaciones de aflicciones de espíritu, de falta de fervor, de vergüenza en la confesión, que haga demasiado pesada la manifestación de los pecados.

Si alguno de vosotros quiere que cese una obstinada tentación, vencer una pasión, verse libre de muchos peligros de esta vida, o alcanzar una gran virtud, no tiene más que hacer que invocar a María Auxiliadora.
Estas y otras gracias espirituales son las que se obtienen en mayor cantidad, y que no se llegan a saber y hacen más provecho a las almas.
No es del caso que os enumere los muchísimos que invocándola con esta jaculatoria, obtuvieron gracias especiales.

He aconsejado la jaculatoria: MARIA AUXILIADORA DE LOS CRISTIANOS, RUEGA POR NOSOTROS, a cientos, a millares, de casa y de fuera de ella, les recomendé que, si no habían sido escuchados rezando esta jaculatoria, vinieran a decírmelo.
Y, hasta ahora, no ha venido ninguno a decirme que no había obtenido la gracia.
Digo mal, he de corregir mi error, hubo alguno, como hoy mismo, que vino a quejarse de no haber sido escuchado.

¿Pero, sabéis por qué? Habiéndole preguntado, confesó que sí había tenido la intención de invocar a María, pero que después no la había invocado.
En este caso no es la Virgen María la que falla, somos nosotros los que fallamos, no rezándole; no es que María no nos escucha, somos nosotros los que no queremos que nos escuche.

La oración debe hacerse con insistencia, con perseverancia, con fe, con verdadero deseo de ser escuchados.
Quiero que hagáis todos esta prueba y que animéis a que la hagan también todos vuestros parientes y amigos.

En esta fiesta de María Auxiliadora, si viniesen a veros y, si no vienen, escribiéndoles una carta, o dándoles recado en familia, decidles de mi parte: -Don Bosco os asegura que si queréis obtener alguna gracia espiritual, recéis a la Virgen con esta jaculatoria: María Auxilium Christianorum, ora pro nobis, y seréis escuchados.
Se entiende que se rece con las condiciones que ha de tener toda oración.

Recen confiados.. María, Auxilio de los Cristianos, ruega por mí, y las digais en todo peligro, en toda tentación, en toda necesidad y siempre;. Ella os protegerá y auxiliará!!!


Rezale el Rosario:
 

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