sábado, 5 de mayo de 2012

SABANA SANTA...LOS SUFRIMIENTOS DEL CRUCIFICADO


LOS SUFRIMIENTOS DEL CRUCIFICADO DE LA SÁBANA SANTA
A lo largo de todos estos años se ha ido especulando y a la par estudiando los posibles sufrimientos y agonías que tuvo que sufrir -- el hombre -- que aparece en la sábana santa. Muchos de estos médicos han estudiado todas estas implicaciones desde el año 1931. Todo apunta a que sin duda tiene una correlación de mas del 90% que sea la persona de Jesús de Nazaret la que aparece en el sudario, pues si bien todos los ajusticiados en tiempos de los romanos casí siempre eran crucificados, a --muy pocos-- no les rompían las piernas (medida de piedad si es que puede llamarse así) ya que con dicha rotura lo que se conseguía es que la persona no pudiera levantar el cuerpo y con ello respirar levemente, con lo que el reo moría antes por asfixia.
También a muy pocos de ellos se les cubría la cabeza con una especie de casco o corona de espínas y sobre todo a pocos tambien se les transpasaba el corazón con una lanza, aunque esto último era mas frecuente. En suma un conjunto de variables que hacen apuntar al Nazareno.
En la sábana aparece como roto el cartílago de la nariz del hombre que dejó su rastro en ella, y ademas se han escnontrado restos microscópicos de tierra de las mismas características físicas que las que existen en Jerusalem desde miles de años. Otros doctores, como Judica-Cordiglia, creen que además se le propino un bastonzao en el rostro, con un palo mas bien corto, redondo y con un diámetro comprendido entre los 4 o 5 centímetros.
En las partes que rodean los ojos y cejas hay llagas y contusiones iguales a las que producirían puñetazos o golpes de palos.  La ceja de la derecha está claramente inflamada. Estas manchas de las que hablamos (ya ha sido comprobado por la ciencia) no son un negativo, sino que son improntas directas sobre la tela que fueron hechas por una radiación muy poderosa y desconocidad por la ciencia moderna actual.
Otro estudioso revelo que el cuerpo del crucificado había sido envuelto en la sábana durante un tiempo no superior a las dos horas y media desde el transcurso de la muerte; varios afirman que un máximo de treinta y seis horas.
Ni que decir tiene la gran flagelación que sufrío este --hombre-- (casí en una probabilidad muy alta que fuese Jesucristo) era muy común en tiempos de los romanos. Se usaba por aquel entonces el flagrum taxillatum, que consistia en un par de bolas de plomo y de hueso unidas por unas barras de unos tres centímetros a unas tiras de cuero.
El profesor Bollone afirma que ha encontrado aproximadamente unas seiscientas contusiones y heridas por todo el cuerpo y se especula con que recibio no menos de ciento veinte. Los hebreos en sus castigos eran mas --suaves-- por decirlo así, y solo daban cuarenta golpes menos uno; sin embargo en el modo romano no había limite y dependia de las ganas de los ejecutores y del aguante del reo. Según los estudiosos fue realizado por dos soldados situados a cada lado del reo.
La flagelación era algo mas que un suplicio, ya que en algunos casos eran visibles las entrañas mismas de la persona a la que se inflingía semejante castigo. Por lo que muchos  de ellos moría en la misma. La ley Porcia y la ley Sempronio, de los años 195 y 123 a.C., prohibían de los azotes a los ciudadanos romanos.

Tambien casi todo el mundo esta de acuerdo que el reo no portaba la cruz --completa-- hasta el lugar de su crucifixión, sino que solo cargaba un palo transversal atado a las muñecas y apoyado detras de la cabeza del reo. El madero que se cree llevo el hombre de la sábana se aproxíma a los 170 centímetros de largo por unos 15 centímetros de diámetro, y se estima que su peso aproxímado era de unos 5o kilos.
Como podemos apreciar los sufrimientos y dolores de este hombre fuerón inmensamente grandes, no puede por menos nuestro corazón apiadarse amorosamente del que para los cristianos es testigo mudo de la pasión de nuestro Señor Jesucristo. En otros artículos seguiremos la huella de los dolores del crucificado de la  Sábana Santa.

Fdo. Cristobal Aguilar.

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