sábado, 8 de noviembre de 2014

EL LITRO DE LECHE


El litro de leche…

Un joven de vida espiritual fue a una reunión de estudio de la Biblia en la residencia de un matrimonio amigo, el matrimonio dividió el estudio entre oír a Dios y obedecer la palabra del Señor. El joven no podía dejar de querer saber si "Dios aún habla con las personas". 
Después del estudio, salió para tomar un café con los amigos que estaban en la reunión familiar y discutían sobre el mensaje de esa noche, de formas diversas hablaban cómo Dios había conducido sus vidas de maneras tan diferentes.
Eran aproximadamente las 22 horas cuando el joven se despidió de sus amigos y comenzó a dirigirse a su casa. Sentado en su automóvil, comenzó a pedir: Dios, si aún hablas con las personas, habla conmigo, te escucharé y haré todo para obedecerte. Mientras conducía, tuvo un pensamiento muy extraño, como si una voz hablase dentro de su cabeza: "Para y compra un litro de leche". El movió su cabeza y dijo en alto: ¿Dios, eres Tú Señor? No obtuvo respuesta y continuó para su casa. Sin embargo, nuevamente, surgió el pensamiento: "Compra un litro de leche". El joven pensó en Samuel y como él no reconoció la voz de Dios, y como Samuel corrió hacia Él. Muy bien, Dios, voy a comprar la leche, esto no parece ser una prueba de obediencia muy difícil. Total, podría también usar la leche. Así que paró, compró la leche y reinició su camino a casa.
Cuando pasaba por la avenida principal, nuevamente sintió un pedido: "Gira en aquella calle". Esto es una locura, pensó, y pasó de largo el retorno. Nuevamente sintió que debería haber girado en la avenida principal; en el siguiente retorno, giró y se dirigió por la avenida. Medio bromeando, dijo en voz alta: Muy bien, Dios, lo haré. Siguió avanzando por algunas cuadras cuando de repente sintió que debía parar, se detuvo y vio a su alrededor, era un área mixta comercial y residencial, no era la mejor área, pero no era la peor de la vecindad. Los establecimientos estaban cerrados y la mayoría de las casas estaban a oscuras, como si las personas ya se hubiesen ido a dormir, excepto una del otro lado de la calle; nuevamente sintió algo, "Ve y da la leche a las personas que están en la casa del otro lado de la calle". El joven ve la casa, comenzó a abrir la puerta del automóvil, pero se volvió a sentar. Señor, esto es una locura, ¿cómo puedo ir a una casa extraña en medio de la noche? Una vez más, sintió que debería ir a dar la leche. Muy bien, Dios, iré y entregaré la leche a aquellas personas, si quieres que parezca un idiota, muy bien, quiero ser obediente, pienso que esto va a contar para algo; sin embargo, si no responden inmediatamente, me iré en el acto.
Atravesó la calle y tocó, pudo oír un barullo viniendo desde dentro, parecido al llanto de una criatura. La voz de un hombre sonó alto: ¿Quién está allí, qué quiere? La puerta se abrió antes que el joven pudiese huir, de pie estaba un hombre vestido de jeans y camiseta, tenía un olor extraño y no parecía feliz de ver a un desconocido de pie en su puerta. ¿Qué pasa? El joven le entrego la botella de leche, diciéndole, compré esto para ustedes. El hombre toma la leche y corrió adentro hablando alto, después una mujer pasa por el corredor cargando la leche en dirección a la cocina. El hombre la seguía sosteniendo en brazos una criatura que lloraba, lágrimas corrían por el rostro del hombre y luego comenzó a hablar, medio sollozando: Nosotros oramos, teníamos muchas cuentas que pagar este mes y nuestro dinero se había acabado, no teníamos más leche para nuestro bebé. Apenas recé, le pedí a Dios que me mostrase una manera de conseguir leche. Su esposa grita desde la cocina: Pedí a Dios que me mandara un ángel con un poco… ¿Ud. es un ángel?
El joven tomó su cartera y sacó todo el dinero que tenía y lo colocó en las manos del hombre, se dió media vuelta y se fue a su vehículo, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas, experimentó que Dios todavía responde los pedidos justos y verdaderos.

Muchas veces somos como Tomás el apóstol que no creemos en la voz de Dios hasta que la sentimos, muchas veces nos habla y al pensar que nuestros amigos nos pueden llamar locos no le hacemos caso, obedezcamos la voluntad de Dios y ayudemos a nuestros hermanos necesitados; y recordemos la palabra de Dios: LO QUE HACÉIS A MIS HERMANOS PEQUEÑITOS, A MI TAMBIÉN LO HACÉIS…

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