jueves, 21 de junio de 2012

¿DIOS creó el mal?

¿Dios creo el mal?

Un profesor universitario retó a sus alumnos con esta pregunta.
-¿Dios creó todo lo que existe?
Un estudiante contestó valiente:
-Sí, lo hizo.
-¿Dios creó todo?
-Sí señor, respondió el joven.
El profesor contestó, -Si Dios creó todo, entonces Dios hizo el mal, pues el mal existe y bajo el precepto de que nuestras obras son un reflejo de nosotros mismos, entonces Dios es malo. El estudiante se quedó callado ante tal respuesta y el profesor, feliz, se jactaba de haber probado una vez más que la fe cristiana era un mito.
Otro estudiante levantó su mano y dijo:
-¿Puedo hacer una pregunta, profesor?
-Por supuesto, respondió el profesor.
El joven se puso de pie y preguntó:
-¿Profesor, existe el frío?
-¿Qué pregunta es esa? Por supuesto que existe, ¿acaso usted no ha tenido frío?
El muchacho respondió: -De hecho, señor, el frío no existe.
Según las leyes de la Física, lo que consideramos frío, en realidad es ausencia de calor. Todo cuerpo u objeto es susceptible de estudio cuando tiene o transmite energía, el calor es lo que hace que dicho cuerpo tenga o transmita energía. El cero absoluto es la ausencia total y absoluta de calor, todos los cuerpos se vuelven inertes, incapaces de reaccionar, pero el frío no existe. Hemos creado ese término para describir cómo nos sentimos si no tenemos calor.

-Y, ¿existe la oscuridad?, continuó el estudiante.
El profesor respondió:
-Por supuesto.
El estudiante contestó:
-Nuevamente se equivoca, señor, la oscuridad tampoco existe.
La oscuridad es en realidad ausencia de luz. La luz se puede estudiar, la oscuridad no, incluso existe el prisma de Nichols para descomponer la luz blanca en los varios colores en que está compuesta, con sus diferentes longitudes de onda. La oscuridad no. Un simple rayo de luz rasga las tinieblas e ilumina la superficie donde termina el haz de luz. ¿Cómo puede saber cuan oscuro está un espacio terminado? Con base en la cantidad de luz presente en ese espacio, ¿no es así? Oscuridad es un término que el hombre ha desarrollado para describir lo que sucede cuando no hay luz presente.

Finalmente, el joven preguntó al profesor:
-Señor, ¿existe el mal?
El profesor respondió:
-Por supuesto que existe, como lo mencioné al principio, vemos violaciones, crímenes y violencia en todo el mundo, esas cosas son del mal.
A lo que el estudiante respondió:
-El mal no existe, señor, o al menos no existe por si mismo. El mal es simplemente la ausencia de Dios, es, al igual que los casos anteriores un término que el hombre ha creado para describir esa ausencia de Dios. Dios no creó el mal. No es como la fe o el amor, que existen como existen el calor y la luz. El mal es el resultado de que la humanidad no tenga a Dios presente en sus corazones. Es como resulta el frío cuando no hay calor, o la oscuridad cuando no hay luz.

Entonces el profesor, después de asentir con la cabeza, se quedó callado.

El nombre del joven era: Albert Einstein


Ya está on line el esperado portal oficial del Vaticano para el Año de la Fe

Ya está on line el esperado portal oficial del Vaticano para el Año de la Fe

Con página web (http://www.annusfidei.va, de momento sólo en italiano), fans page en Facebook (https://www.facebook.com/AnnoDellaFede), y perfiles en Twitter (https://twitter.com/AnnodellaFede) y Flickr (http://www.flickr.com/annusfidei), la Santa Sede ha presentado uno de los primeros pasos y parte de su programa de cara al esperado Año de la fe que la Iglesia católica celebrará del 11 de octubre de 2011 al 24 de noviembre de 2013.

Reproduzco a continuación (con ligeras modificaciones para este blog) parte del comunicado de la Sala de Prensa del Vaticano sobre la presentación del año de la fe que se ha tenido este 21 de junio en Roma. En el comunicado se informa tanto del lanzamiento del portal como de algunos actos y eventos que se promoverán: destaca el formulario de una misa especial para la Nueva Evangelización, el logotipo para este año especial, la canonización de 7 mártires y confesores de la fe, una vigilia en Pentecostés de 2013 con todos los movimientos eclesiales, una solemne adoración eucarística en Corpus Christi de 2013 en todas las catedrales del mundo y una peregrinación a Roma para todos los seminaristas, novicios y religiosas del mundo, entre otros.

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Por la mañana del 21 de junio de 2012 ha tenido lugar la presentación del “Año de la Fe” (11 de octubre 2012- 24 de noviembre 20123) en la sala de prensa de la Santa Sede. Intervinieron en el acto el arzobispo Rino Fisichella y monseñor Graham Bell, respectivamente presidente y subsecretario del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización.
El arzobispo Fisichella ilustró también el calendario de los grandes acontecimientos que tendrán lugar a Roma en el curso del Año de la Fe y presentó el sito Internet y el logo que caracterizará todos los eventos del Año.
“Benedicto XVI, en su carta apostólica 'Porta Fidei' -dijo el prelado- hablaba de la exigencia de volver a descubrir el camino de la fe para resaltar cada vez más la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo. A la luz de este pensamiento (...) ha convocado un 'Año de la Fe' que comenzará en coincidencia con dos aniversarios: el quincuagésimo de la apertura del Concilio Vaticano II (1962) y el vigésimo de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica (1992) (...) El Año de la Fe se propone, ante todo, sostener la fe de tantos creyentes que, en medio de la fatiga cotidiana, no cesan de confiar, con convicción y valentía ,su existencia al Señor Jesús. Su testimonio, que no es noticia (...) es el que permite a la Iglesia presentarse al mundo de hoy, como en pasado, con la fuerza de la fe y con el entusiasmo de los sencillos”.
Por otra parte, este Año “se inserta en un contexto más amplio, caracterizado por una crisis generalizada que atañe también a la fe (...) La crisis de fe es la expresión dramática de una crisis antropológica que ha dejado al ser humano abandonado a sí mismo (...) Es necesario ir más allá de la pobreza espiritual en que se encuentran muchos contemporáneos, que ya no perciben la ausencia de Dios en su vida, como una carencia que debe ser colmada. El Año de la Fe quiere ser un camino que la comunidad cristiana brinda a los que viven con nostalgia de Dios y con el deseo de encontrarlo de nuevo”.
Así, el programa toca “la vida diaria de cada creyente y la pastoral ordinaria de la comunidad cristiana para que se vuelva a encontrar el espíritu misionero necesario para dar vida a la nueva evangelización”. En este ámbito, el arzobispo anunció que la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos ha aprobado el formulario de una Misa especial 'Para la Nueva Evangelización'. “Es un signo para que en este año (...) se de la primacía a la oración y especialmente a la Eucaristía, fuente y culmen de la vida cristiana”.
A continuación, el arzobispo presentó el logo del Año de la Fe: una barca, imagen de la Iglesia, cuyo mástil es una cruz con las velas desplegadas y el trigrama de Cristo (IHS). El sol, en el fondo, recuerda la Eucaristía. El sito del evento www.annusfidei.va , en diversos idiomas, se podrá consultar a través de todos los dispositivos móviles y tablets.
También está listo el himno oficial: “Credo, Domine, adauge nobis fidem”. Asimismo, a primeros de septiembre se publicará, en diversos idiomas, el Subsidio pastoral “Vivir el Año de la Fe”. Una pequeña imagen del Cristo de la catedral de Cefalú (Sicilia), en cuyo reverso está escrita la Profesión de Fe, acompañará a los fieles y peregrinos a lo largo del Año.
Por último, dio a conocer el calendario de los eventos más importantes que contarán con la presencia del Santo Padre y se celebrarán en Roma; entre ellos la apertura del Año de la Fe que “tendrá lugar en la Plaza de San Pedro, el jueves 11 de octubre, quincuagésimo aniversario del Concilio Vaticano II. Habrá una solemne concelebración eucarística con todos los Padres sinodales, los presidentes de las Conferencias Episcopales del mundo entero y los últimos Padres conciliares.
El 21 de octubre se canonizarán 7 mártires y confesores de la fe: el francés Jacques Barthieu; el filipino Pedro Calugsod; el italiano Giovanni Battista Piamarta; la española María del Carmen; la iroquesa Katheri Tekakwhita y las alemanas Madre Marianne (Barbara Cope) y Anna Schäffer. El 25 de enero de 2013, en la tradicional celebración ecuménica en la basílica romana de San Pablo Extramuros, se rezará para que “a través de la profesión común del Símbolo los cristianos (...) no olviden el camino de la unidad”. El 28 de abril el Santo Padre confirmará a un grupo de jóvenes. El domingo 5 de mayo, estará dedicado a la piedad popular y a la labor de las cofradías.
El 18 de mayo, vigilia de Pentecostés, los movimientos antiguos y nuevos se reunirán en la Plaza de San Pedro. El domingo 2 de junio, Corpus Christi, habrá una solemne adoración eucarística y, a la misma hora, en todas las catedrales e iglesias del mundo.
El domingo, 16 de junio, estará dedicado al testimonio del Evangelio de la Vida. El 7 de julio, concluirá en la Plaza de San Pedro, la peregrinación de los seminaristas, novicias y novicios de todo el mundo. El 29 de septiembre, los protagonistas serán los catequistas en el aniversario de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica. El 13 de octubre está dedicado a la presencia de María en la Iglesia. Por último, el 24 de noviembre se celebrará la jornada de clausura del Año.
Diversos dicasterios tienen en programa iniciativas publicadas en el calendario. El Año se enriquecerá con eventos culturales, entre los cuales, una exposición sobre San Pedro en Castel Sant'Angelo (7 febrero- 1 mayo 2013) y un concierto en la Plaza de San Pedro (22 de junio 2013).
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miércoles, 20 de junio de 2012

TESTIMONIO: ama a tus enemigos y perdonalos...un ejemplo...mira el video.






Vietnam, 8 de junio de 1972. Un consejero militar estadounidense coordina el bombardeo de la aldea en que Kim vive; las bombas contienen napalm, un combustible gelatinoso que, en palabras de Kim misma, se siente como «quemarte con gasolina por debajo de la piel». En ese entonces, ella contaba con sólo nueve años y la foto en que aparece corriendo desnuda por un sendero y llorando, con el cuerpo quemado por el napalm, se convirtió en un símbolo.

Tras huir de aquel infierno, en donde toda su familia perdió la vida, tuvo que recorrer otro igualmente terrible: catorce meses de recuperación por las gravísimas quemaduras, con diecisiete operaciones y catorce años posteriores de terapia.

Hoy, Kim vive en Canadá con su marido y sus dos hijos, Thomas y Stephen. A quien le pregunta qué ha sido lo más difícil de todo su calvario ella no duda en responder:

«Sin duda alguna ha sido perdonar. Perdonar a los que mataron a mi familia, a los que incendiaron mi país; perdonar a quienes se empeñaron en utilizarme sin importarles mi vida personal...».

Y continúa: «La primera vez que leí las palabras de Jesús "ama a tus enemigos", ni las entendí ni sabía cómo hacerlo. Soy humana, tengo mucho dolor, muchas cicatrices y he sido víctima mucho tiempo. ¿Perdonar? Eso me resultaba imposible. Tuve que rezar mucho y no fue fácil... pero, con la ayuda de Dios, finalmente lo logré».

El vídeo-testimonio es una entrevista que le hicieron en 2009 en una visita a Buenos Aires, Argentina .



San Mateo 5,43-48.
Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo.
Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores;
así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos.
Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos?
Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos?
Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.





martes, 19 de junio de 2012

REFLEXIÓN: AMA A TUS ENEMIGOS



Ama a TUS enemigos



"Ama a TUS enemigos"


Ama a TUS enemigos 2
  

La lectura del Evangelio de hoy es la llave para comprender la misericordia de Dios. Si hacemos lo que Jesús nos dice aquí, entonces comprenderemos verdaderamente que Dios nos ama, sin importar que de vez en cuando nos comportamos como sus enemigos en vez de sus amigos.
Él dice: "Ama a TUS enemigos". ¿Quién es tu enemigo? Un enemigo es cualquiera persona cuya voluntad, deseos, o agenda del día discrepa con la nuestra.
Es fácil amar a los que no están en conflicto con nosotros, pero cuando tenemos que lidiar con alguien desagradable, la autenticidad de nuestro amor es probada: Estamos verdaderamente preocupados por ellos - o solamente por nosotros mismos.
Entre más costoso sea el conflicto, más difícil es amar a nuestros adversarios. PERO el amor es una elección más que un sentimiento. Elegimos amar, no porque nuestros enemigos merecen nuestro amor, sino porque Jesús los ama tanto que murió por ellos. Si nosotros no respondemos a nuestros enemigos con amor (la compasión y el perdón), elegimos alejarnos de Jesús, porque Dios es amor.
Amar incondicionalmente significa "ser perfecto, como tu Padre celestial es perfecto". La perfección en la Biblia no significa no cometer pecados, ni cometer errores. La perfección espiritual significa amar incondicionalmente, bajo todas las condiciones.
"Bajo todas las condiciones" no significa soportal lo malo. Las fronteras sanas son también parte del amor incondicional. Las personas que cruzan la línea pecando en contra de nosotros necesitan tener consecuencias que les darán una oportunidad de aprender y crecer. Ellos quizás no piensen que les estamos dando amor, pero nosotros sabemos nuestros motivos, nosotros sabemos cuánto los amamos, y Dios por supuesto lo sabe.
No todo el mundo nos tiene que caer bien, pero para unirnos a Jesús nosotros si tenemos que amar a todos. Nosotros no debemos unirnos a abusadores quedándonos con ellos, ni debemos ignorar una situación que necesita ser corregida, pero si somos llamados a hacer el bien a todos, así como nuestro Padre da la lluvia al justo y al injusto. Like us on Facebook
Si nosotros confiamos en Dios para que haga que algo bueno salga de lo malo que sucede cuando lidiamos con nuestros enemigos, entonces estamos viviendo en su amor. Si hacemos el bien en vez de vengarnos, entonces estamos viviendo en el amor. Si tratamos con los demás de la manera que Jesús nos dio el ejemplo, entonces estamos unidos a su amor. Follow us on Twitter
Nuestros enemigos nos ayudan a descubrir los límites de nuestro amor. Al reaccionar en contra de sus pecados en maneras negativas, nosotros aprendemos de nuestra propia necesidad de buscar el perdón. Nos damos cuenta de que tenemos que depender del Espíritu Santo para el amor sobrenatural, y así, somos perfeccionados. ¡Gloria a Dios por nuestros enemigos! Like us on Facebook
Reflexión de Las Buena Nuevas
Martes de la Décima Primera Semana del Tiempo Ordinario
19 de junio, 2012
Esta reflexión fue copiada con permiso de la autora, Terry Modica, y es utilizada bajo la responsabilidad de grupo católico Reflexiones para el Alma de Miami Fl. Fue publicada por Ministerios de La Buena Nueva, http://gnm.org , registrada en el registro de propiedad literaria (c) 2012. Para obtener permiso para re enviar este o imprimirlo o copiarlo, vaya a Derechos de autor
© 2012 por Terry A. Modica


Reflexiones para el Alma               Efesios 6, 11 - 13
11.
Lleven con ustedes todas las armas de Dios, para que puedan resistir las maniobras del diablo.

12.
Pues no nos estamos enfrentando a fuerzas humanas, sino a los poderes y autoridades que dirigen este mundo y sus fuerzas oscuras, los espíritus y fuerzas malas del mundo de arriba.

13.
Por eso pónganse la armadura de Dios, para que en el día malo puedan resistir y mantenerse en la fila valiéndose de todas sus armas.



Lecturas del día:
 
1 Reyes 21:17-29
Salmo 51:3-6ab, 11, 16
Mateo 5:43-48

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Sepa lo que debe y no debe hacerse en la celebración de la Misa

Autor: Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos | Fuente: Catholic.net
Sepa lo que debe y no debe hacerse en la celebración de la Misa 


 



Sepa lo que debe y no debe hacerse en la celebración de la Misa
Sepa lo que debe y no debe hacerse en la celebración de la Misa

La instrucción Redemptionis Sacramentum, describe detalladamente cómo debe celebrarse la Eucaristía y lo que puede considerarse como "abuso grave" durante la ceremonia. Aquí les ofrecemos un resumen de las normas que el documento recuerda a toda la Iglesia.

En el Capítulo I sobre la “ordenación de la Sagrada Liturgia” se señala que:

Compete a la Sede Apostólica ordenar la sagrada Liturgia de la Iglesia universal, editar los libros litúrgicos, revisar sus traducciones a lenguas vernáculas y vigilar para que las normas litúrgicas se cumplan fielmente.

Los fieles tienen derecho a que la autoridad eclesiástica regule la sagrada Liturgia de forma plena y eficaz, para que nunca sea considerada la liturgia como propiedad privada de alguien.

El Obispo diocesano es el moderador, promotor y custodio de toda la vida litúrgica. A él le corresponde dar normas obligatorias para todos sobre materia litúrgica, regular, dirigir, estimular y algunas veces también reprender.

Compete al Obispo diocesano el derecho y el deber de visitar y vigilar la liturgia en las iglesias y oratorios situados en su territorio, también aquellos que sean fundados o dirigidos por los citados institutos religiosos, si los fieles acuden a ellos de forma habitual.

Todas las normas referentes a la liturgia, que la Conferencia de Obispos determine para su territorio, conforme a las normas del derecho, se deben someter a la recognitio de la

Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, sin la cual, carecen de valor legal.

En el Capítulo II sobre la “participación de los fieles laicos en la celebración de la Eucaristía”, se establece que:

La participación de los fieles laicos en la celebración de la Eucaristía, y en los otros ritos de la Iglesia, no puede equivaler a una mera presencia, más o menos pasiva, sino que se debe valorar como un verdadero ejercicio de la fe y la dignidad bautismal.

Se debe recordar que la fuerza de la acción litúrgica no está en el cambio frecuente de los ritos, sino, verdaderamente, en profundizar en la palabra de Dios y en el misterio que se celebra.

Sin embargo, no se deduce necesariamente que todos deban realizar otras cosas, en sentido material, además de los gestos y posturas corporales, como si cada uno tuviera que asumir, necesariamente, una tarea litúrgica específica; aunque conviene que se distribuyan y realicen entre varios las tareas o las diversas partes de una misma tarea.

Se alienta la participación de lectores y acólitos que estén debidamente preparados y sean recomendable por su vida cristiana, fe, costumbres y fidelidad hacia el Magisterio de la Iglesia.

Se alienta la presencia de niños o jóvenes monaguillos que realicen un servicio junto al altar, como acólitos, y reciban una catequesis conveniente, adaptada a su capacidad, sobre esta tarea. A esta clase de servicio al altar pueden ser admitidas niñas o mujeres, según el juicio del Obispo diocesano y observando las normas establecidas.

En el Capítulo 3, sobre la “celebración correcta de la Santa Misa” se especifica sobre:

La materia de la Santísima Eucaristía

El pan a consagrar debe ser ázimo, de sólo trigo y hecho recientemente. No se pueden usar cereales, sustancias diversas del trigo. Es un abuso grave introducir en su fabricación frutas, azúcar o miel.

Las hostias deben ser preparadas por personas honestas, expertas en la elaboración y que dispongan de los instrumentos adecuados.

Las fracciones del pan eucarístico deben ser repartidas entre los fieles, pero cuando el número de estos excede las fracciones se deben usar sobre todo hostias pequeñas.

El vino del Sacrificio debe ser natural, del fruto de la vid, puro y sin corromper, sin mezcla de sustancias extrañas. En la celebración se le debe mezclar un poco de agua. No se debe admitir bajo ningún pretexto otras bebidas de cualquier género.

La Plegaria Eucarística

Sólo se pueden utilizar las Plegarias Eucarísticas del Misal Romano o las aprobadas por la Sede Apostólica. Los sacerdotes no tienen el derecho de componer plegarias eucarísticas, cambiar el texto aprobado por la Iglesia, ni utilizar otros, compuestos por personas privadas.

Es un abuso hacer que algunas partes de la Plegaria Eucarística sean pronunciadas por el diácono, por un ministro laico, o bien por uno sólo o por todos los fieles juntos. La Plegaria Eucarística debe ser pronunciada en su totalidad, y solamente, por el sacerdote.
El sacerdote no puede partir la hostia en el momento de la consagración.

En la Plegaria Eucarística no se puede omitir la mención del Sumo Pontífice y del Obispo diocesano.

Las otras partes de la Misa

Los fieles tienen el derecho de tener una música sacra adecuada e idónea y que el altar, los paramentos y los paños sagrados, según las normas, resplandezcan por su dignidad, nobleza y limpieza.

No se pueden cambiar los textos de la sagrada Liturgia.

No se pueden separar la liturgia de la palabra y la liturgia eucarística, ni celebrarlas en lugares y tiempos diversos.

La elección de las lecturas bíblicas debe seguir las normas litúrgicas. No está permitido omitir o sustituir, arbitrariamente, las lecturas bíblicas prescritas ni cambiar las lecturas y el salmo responsorial con otros textos no bíblicos.

La lectura evangélica se reserva al ministro ordenado. Un laico, aunque sea religioso, no debe proclamar la lectura evangélica en la celebración de la Misa.

La homilía nunca la hará un laico. Tampoco los seminaristas, estudiantes de teología, asistentes pastorales ni cualquier miembro de alguna asociación de laicos.

La homilía debe iluminar desde Cristo los acontecimientos de la vida, sin vaciar el sentido auténtico y genuino de la Palabra de Dios, por ejemplo, tratando sólo de política o de temas profanos, o tomando como fuente ideas que provienen de movimientos pseudo-religiosos.
No se puede admitir un “Credo” o Profesión de fe que no se encuentre en los libros litúrgicos debidamente aprobados.

Las ofrendas, además del pan y el vino, sí pueden comprender otros dones. Estos últimos se pondrán en un lugar oportuno, fuera de la mesa eucarística.

La paz se debe dar antes de distribuir la sagrada Comunión, y se recuerda que esta práctica no tiene un sentido de reconciliación ni de perdón de los pecados.

Se sugiere que el gesto de la paz sea sobrio y se dé a sólo a los más cercanos. El sacerdote puede dar la paz a los ministros, permaneciendo en el presbiterio, para no alterar la celebración y del mismo modo si, por una causa razonable, desea dar la paz a algunos fieles. El gesto de paz lo establece la Conferencia de Obispos, con el reconocimiento de la Sede Apostólica, “según la idiosincrasia y las costumbres de los pueblos”.

La fracción del pan eucarístico la realiza solamente el sacerdote celebrante, ayudado, si es el caso, por el diácono o por un concelebrante, pero no por un laico. Ésta comienza después de dar la paz, mientras se dice el “Cordero de Dios”.

Es preferible que las instrucciones o testimonios expuestos por un laico se hagan fuera de la celebración de la Misa. Su sentido no debe confundirse con la homilía, ni suprimirla.

Unión de varios ritos con la celebración de la misa

No se permite la unión de la celebración eucarística con otros ritos cuando lo que se añadiría tiene un carácter superficial y sin importancia.

No es lícito unir el Sacramento de la Penitencia con la Misa y hacer una única acción litúrgica. Sin embargo, los sacerdotes, independientemente de los que celebran la Misa, sí pueden escuchar confesiones, incluso mientras en el mismo lugar se celebra la Misa. Esto debe hacerse de manera adecuada.

La celebración de la Misa no puede ser intercalada como añadido a una cena común, ni unirse con cualquier tipo de banquete. No se debe celebrar la Misa, a no ser por grave necesidad, sobre una mesa de comedor, o en el comedor, o en el lugar que será utilizado para un convite, ni en cualquier sala donde haya alimentos. Los participantes en la Misa tampoco se sentarán en la mesa, durante la celebración.

No está permitido relacionar la celebración de la Misa con acontecimientos políticos o mundanos, o con otros elementos que no concuerden plenamente con el Magisterio.

No se debe celebrar la Misa por el simple deseo de ostentación o celebrarla según el estilo de otras ceremonias, especialmente profanas.

No se debe introducir ritos tomados de otras religiones en la celebración de la Misa.

En el capítulo 4, sobre la “Sagrada Comunión”, se ofrecen disposiciones como:

Si se tiene conciencia de estar en pecado grave, no se debe celebrar ni comulgar sin acudir antes a la confesión sacramental, a no ser que concurra un motivo grave y no haya oportunidad de confesarse.

Debe vigilarse para que no se acerquen a la sagrada Comunión, por ignorancia, los no católicos o, incluso, los no cristianos.

La primera Comunión de los niños debe estar siempre precedida de la confesión y absolución sacramental. La primera Comunión siempre debe ser administrada por un sacerdote y nunca fuera de la celebración de la Misa.

El sacerdote no debe proseguir la Misa hasta que haya terminado la Comunión de los fieles.

Sólo donde la necesidad lo requiera, los ministros extraordinarios pueden ayudar al sacerdote celebrante.

Se puede comulgar de rodillas o de pie, según lo establezca la Conferencia de Obispos, con la confirmación de la Sede Apostólica.

Así pues, no es lícito negar la sagrada Comunión a un fiel, por ejemplo, sólo por el hecho de querer recibir la Eucaristía arrodillado o de pie.

Los fieles tienen siempre derecho a elegir si desean recibir la Comunión en la boca, pero si el que va a comulgar quiere recibir el Sacramento en la mano, se le debe dar la Comunión.

Si existe peligro de profanación, el sacerdote no debe distribuir a los fieles la Comunión en la mano.

Los fieles no deben tomar la hostia consagrada ni el cáliz sagrado por uno mismo, ni mucho menos pasarlos entre sí de mano en mano.

Los esposos, en la Misa nupcial, no deben administrarse de modo recíproco la sagrada Comunión.

No debe distribuirse a manera de Comunión, durante la Misa o antes de ella, hostias no consagradas, otros comestibles o no comestibles.

Para comulgar, el sacerdote celebrante o los concelebrantes no deben esperar que termine la comunión del pueblo.

Si un sacerdote o diácono entrega a los concelebrantes la hostia sagrada o el cáliz, no debe decir nada, es decir, no pronuncia las palabras “el Cuerpo de Cristo” o “la Sangre de Cristo”.

Para administrar a los laicos Comunión bajo las dos especies, se deben tener en cuenta, convenientemente, las circunstancias, sobre las que deben juzgar en primer lugar los Obispos diocesanos.

Se debe excluir totalmente la administración de la Comunión bajo las dos especies cuando exista peligro, incluso pequeño, de profanación.

No debe administrarse la Comunión con el cáliz a los laicos donde: 1) sea tan grande el número de los que van a comulgar que resulte difícil calcular la cantidad de vino para la Eucaristía y exista el peligro de que sobre demasiada cantidad de Sangre de Cristo, que deba sumirse al final de la celebración»; 2) el acceso ordenado al cáliz sólo sea posible con dificultad; 3) sea necesaria tal cantidad de vino que sea difícil poder conocer su calidad y proveniencia; 4) cuando no esté disponible un número suficiente de ministros sagrados ni de ministros extraordinarios de la sagrada Comunión que tengan la formación adecuada; 5) donde una parte importante del pueblo no quiera participar del cáliz por diversos motivos.

No se permite que el comulgante moje por sí mismo la hostia en el cáliz, ni reciba en la mano la hostia mojada. La hostia que se debe mojar debe hacerse de materia válida y estar consagrada. Está absolutamente prohibido el uso de pan no consagrado o de otra materia.

En el capítulo 5, sobre “otros aspectos que se refieren a la Eucaristía”, se aclara que:

La celebración eucarística se ha de hacer en lugar sagrado, a no ser que, en un caso particular, la necesidad exija otra cosa.

Nunca es lícito a un sacerdote celebrar la Eucaristía en un templo o lugar sagrado de cualquier religión no cristiana.

Siempre y en cualquier lugar es lícito a los sacerdotes celebrar el santo sacrificio en latín.

Es un abuso suspender de forma arbitraria la celebración de la santa Misa en favor del pueblo, bajo el pretexto de promover el “ayuno de la Eucaristía”.

Se reprueba el uso de vasos comunes o de escaso valor, en lo que se refiere a la calidad, o carentes de todo valor artístico, o simples cestos, u otros vasos de cristal, arcilla, creta y otros materiales, que se rompen fácilmente.

La vestidura propia del sacerdote celebrante es la casulla revestida sobre el alba y la estola.

El sacerdote que se reviste con la casulla debe ponerse la estola.

Se reprueba no llevar las vestiduras sagradas, o vestir solo la estola sobre la cogulla monástica, o el hábito común de los religiosos, o la vestidura ordinaria.

En el capítulo 6, el documento trata sobre “la reserva de la Santísima Eucaristía y su culto fuera de la Misa”. Se recuerda que:

El Santísimo Sacramento debe reservarse en un sagrario, en la parte más noble, insigne y destacada de la iglesia, y en el lugar más apropiado para la oración.

Está prohibido reservar el Santísimo Sacramento en lugares que no están bajo la segura autoridad del Obispo o donde exista peligro de profanación.

Nadie puede llevarse la Sagrada Eucaristía a casa o a otro lugar.

No se excluye el rezo del rosario delante de la reserva eucarística o del santísimo Sacramento expuesto.

El Santísimo Sacramento nunca debe permanecer expuesto sin suficiente vigilancia, ni siquiera por un tiempo muy breve.

Es un derecho de los fieles visitar frecuentemente el Santísimo Sacramento.

Es conveniente no perder la tradición de realizar procesiones eucarísticas.

El capítulo 7 versa sobre “los ministerios extraordinarios de los fieles laicos”. Allí el documento especifica que:

Las tareas pastorales de los laicos no deben asimilarse demasiado a la forma del ministerio pastoral de los clérigos. Los asistentes pastorales no deben asumir lo que propiamente pertenece al servicio de los ministros sagrados.

Solo por verdadera necesidad se puede recurrir al auxilio de ministros extraordinarios en la celebración de la Liturgia.

Nunca es lícito a los laicos asumir las funciones o las vestiduras del diácono o del sacerdote, u otras vestiduras similares.

Si habitualmente hay un número suficiente de ministros sagrados, no se pueden designar ministros extraordinarios de la sagrada Comunión. En tales circunstancias, los que han sido designados para este ministerio, no deben ejercerlo.

Se reprueba la costumbre sacerdotes que, a pesar de estar presentes en la celebración, se abstienen de distribuir la comunión, encomendando esta tarea a laicos.

Al ministro extraordinario de la sagrada Comunión nunca le está permitido delegar en ningún otro para administrar la Eucaristía.

Los laicos tienen derecho a que ningún sacerdote, a no ser que exista verdadera imposibilidad, rechace nunca celebrar la Misa en favor del pueblo, o que ésta sea celebrada por otro sacerdote, si de diverso modo no se puede cumplir el precepto de participar en la Misa, el domingo y los otros días establecidos.
Cuando falta el ministro sagrado, el pueblo cristiano tiene derecho a que el Obispo, en lo posible, procure que se realice alguna celebración dominical para esa comunidad.

Es necesario evitar cualquier confusión entre este tipo de reuniones y la celebración eucarística.

El clérigo que ha sido apartado del estado clerical está prohibido de ejercer la potestad de orden. No le está permitido celebrar los sacramentos. Los fieles no pueden recurrir a él para la celebración.

El capítulo 8 está dedicados a los Remedios:

Cualquier católico tiene derecho a exponer una queja por un abuso litúrgico, ante el Obispo diocesano o el Ordinario competente que se le equipara en derecho, o ante la Sede Apostólica, en virtud del primado del Romano Pontífice.

FE EXPECTANTE....PADRE EMILIANO TARDIFF


La fe es un ancho canal que favorece que al agua viva de la salvación, se manifieste en nuestra vida. La fe nos hace entrar en comunión con Dios mismo y participar de su salvación integral, incluyendo la sanación, sea física, sea interior.

La fe es confiar, depender y entregarse sin condiciones a Dios y su designo sobre nuestra vida, renunciando a nuestros planes y medios de salvación. Es decir, nos hace tener los ojos fijos en el Señor Jesús que murió por nosotros y ya resucitó. Hay personas que tienen los ojos en ellas mismas y no en el Señor. Están pensando más en su sanación que en el Sanador.

Se trata de tener fe en Jesús; no fe en nuestra fe. Esto último no sirve de nada. El mejor acto de fe es cuando creemos que Dios es más grande que nuestra poca fe y no puede depender de nosotros.

 La sanación fe expectante a aquella que espera con certeza y confianza que Dios actúe de acuerdo a sus promesas, sabiendo que Él quiere sanarnos. Cuando creemos de esta manera es como, sabiendo que  si en vez de tener unos cables delgados extendemos unos gruesos para que la acción de Dios sea de alto voltaje.

Yo generalmente no acepto orar por los enfermos sin antes edificar su fe con algunos testimonios para que esperen y confíen en que el Señor quiere sanarlos.

Un día concelebraba la Eucaristía con un Obispo. Su homilía fue una joya que mostraba elocuentemente el valor de la cruz y del sufrimiento. Después de la comunión me sorprendió ala pedirme que orara por los enfermos. Yo le repliqué:

-Monseñor, su homilía sobre la cruz fue tan bella, que nadie quiere ya sanarse, pero si me permite hablar antes sobre el poder de la cruz y cómo la sanación es un signo del amor de Dios…

Jesús nos ha prometido que obtendremos aquello que creemos que ya hemos recibido. (Mc 11, 24) El Evangelio esta lleno de personas que piden y reciben, buscan y encuentran, llaman y se les abre la puerta. Dios nos pide ser sencillos en nuestra fe. Sin embargo, hay gente que ora así:

-Señor, si es tu voluntad, si me conviene, si va a servir para mi santificación y salvación eterna… entonces, cúrame.

Ponen tantas condiciones que más bien parecen excusas a su falta de fe. Debemos ser pobres que dependen totalmente de su Padre. Un niño nunca dice a su mamá:

-Mamá, si me conviene y no me hace daño el colesterol, dame un huevo.

El niño simplemente pide y la mama sabe si le conviene o no. A nosotros nos corresponde ser pobres y humildes y pedir con la confianza de recibir.

Otros limitan el poder de Dios y dicen así:

-Señor yo estoy enfermo del corazón, la garganta y mi rodilla. Pero con tal que me sanes del corazón, me consuelo.

Estos también están orando mal. Hay que pedir el paquete completo, sin ponerle límites a la acción de Dios. Él es magnánimo y da abundantemente. Si tiene y da el Espíritu Santo sin medida, de igual manera concede sus dones.

Cuando el Papa León XIII cumplía 50 años de Obispo, un cardenal quiso halagarlo diciéndole:

-Le pedimos a Dios que llegue a cumplir otros cincuenta años.

El Papa replicó con sagacidad:

-No le pongamos límites a la providencia de Dios…

El 13 de junio de 1975 fui a un campo para celebrar la fiesta de San Antonio. Confesé, prediqué, celebré la Eucaristía y oré por los enfermos. Salí rápido de la sacristía pues todavía me faltaba hacer unos bautizos y otras muchas cosas. Una joven me salió al paso llevando de la mano a su mamá. Sin introducciones me dijo muy decidida:

-Padre, ore por mi mamá para que se sane.

Yo le conteste un poco enfadado:

-Pero si acabamos de hacer la oración por todos los enfermos…

Ella con la fe de la mujer sirio fenicia del Evangelio, argumentó:

-Es que mi mamá está sorda y no se dio cuenta cuando usted oró.

Sentí compasión de esa gente tan pobre y sencilla. Le hice la seña que se sentara rápido y toda mi oración fue esta:

-Señor, sánala; pero aprisa, porque tengo mucho trabajo.

Inmediatamente me agaché y pregunté a la señora:

-¿Hace mucho que usted está sorda?

-Desde hace ocho años.

Me sorprendí que me respondiera, pues se suponía que no debería haber escuchado mi pregunta.

Entonces le hablé en voz mas baja y le dije:

-Usted parece ser una buena mamá…

Ella se sonrió. ¡Me había escuchado! Pero, más bien, fue el Señor quien nos escuchó en esa oración tan original. Ella sintió como un viento rápido que entró en sus oídos y los destapó.

Yo puedo comprobar que es verdad aquella palabra del Señor: Antes de que me llamen yo responderé, aun estarán hablando y yo los escucharé. Is 65, 24.

Y la convicción del creyente que afirma: No está aun en mi lengua la palabra y ya tú, Yahvé, la conoces entera. Sal 139, 4.

Que la fe y la curación van íntimamente unidas lo expresa de una manera muy bella María Teresa G. de Báez a quien Dios sanó de artritis reumatoide a raíz de lo cual toda su familia se acercó al Señor.

“Me faltan palabras, pues hoy no solo le debo agradecer a Dios mi curación física sino algo mucho mas grande y maravilloso que es la “FE”, por la cual Dios es la letra de mis canciones, la imagen de mis ilusiones y la luz de mis ojos”

Asunción, Paraguay 25 de agosto de 1981.

Padre Tardif.