SABER ORAR CON MIS PREOCUPACIONES
La
oración no es el efecto de una actitud exterior, sino que procede del
corazón. No se reduce a unas horas o momentos determinados, sino que
está en continua actividad, lo mismo de día que de noche. No hay que
contentarse con orientar a Dios el pensamiento cuando se dedica
exclusivamente a la oración; sino que, aun cuando se encuentre absorbida
por otras preocupaciones (...) hay que sembrarlas de deseo y el
recuerdo de Dios. San Juan Crisóstomo, Homilía 6 sobre la oración.
El corazón es, tal vez, la parte del cuerpo a la que más hacemos
referencia. Frases como «sigue los impulsos de tu corazón» o «me has
roto el corazón» se han convertido ya en clichés para describir ciertos
aspectos de nuestra existencia. Y no importa qué diga la razón: si "el
corazón está sano", creemos que todo va viento en popa en nuestra vida.
Incluso llegamos a dar valor moral a acciones que "sentimos" que están
bien, sin importarnos lo objetivamente mal que esté.
Tal vez
esta es la razón por la cual muchos, al leer el texto de San Juan
Crisóstomo de arriba, sienten algo de desánimo. En su tristeza, esas
personas pueden argumentar algo así: ¿Cómo puedo orar bien si la
verdadera oración es la que procede del corazón? El mío está lleno de
preocupaciones, debilidades; incluso de pecado. ¡Nunca podré orar bien!.
Permítanme dar un paso atrás y hacer un pequeño experimento. Supongamos
que te llaman de la policía citándote en la comisaría, dado que alguien
te ha denunciado por ciertas acciones penales. ¡Vas a ir a juicio! Más
aún: ¡¡puedes ir a la cárcel!! ¿Cuál es tu primera reacción? O mejor: ¿a
quién llamas para contárselo? Tu esposo o esposa, alguno de tus padres,
hermanos. Tal vez un amigo... Siempre hay alguien ahí en quien confías
plenamente y con el que vas para desahogarte.
Pues bien, la
oración puede y debe ser justamente esto. Si nuestro corazón está lleno
de inquietudes por diversas preocupaciones de nuestra vida, ¡qué mejor
que platicarlo con Dios! ¿O es que Dios sólo escucha padresnuestros y
avesmarías? ¿Ésa es la única oración que me sé?
Volvamos al
ejemplo. Imagínense que llamas a tu amigo de toda la vida para platicar.
Todos tus pensamientos están cargados de la preocupación del posible
juicio. Llegas a la cafetería en donde te están ya esperando... y en vez
de confiarle todo esto, empiezas a hablar del último coche que ha
sacado la Ferrari. ¿No es algo ridículo?
Pues nuestra oración a
veces se vuelve así de ridícula: teniendo mil preocupaciones, forzamos
nuestro interior meditando tal vez pasajes del Evangelio bellísimos...
pero que ¡nada tienen que ver por lo que mi alma está pasando en ese
momento! Y así sí que estaría de acuerdo con la objeción: ¡nunca se
podrá orar!
«La oración no es el efecto de una actitud
exterior, sino que procede del corazón», dice San Juan Crisóstomo. Y por
eso, las preocupaciones que lo llenan pueden ser una excelente
oportunidad para crecer en mi oración. Después de todo, ¡quién mejor que
Dios para confiarle nuestras inquietudes, nuestros propósitos! ¿Voy a
hacer un examen en la Universidad? Se lo confió a Dios. ¿Empiezo a salir
con una chica muy guapa y que no sé si puede ser mi futura esposa? Se
lo platico a Dios para que nos ilumine a los dos. ¿Mi hijo está teniendo
problemas en la escuela y no sé qué hacer? Le pido luz a Dios. ¿Voy a
ver un partido de fútbol? Invito a Dios a que venga a disfrutarlo
conmigo...
Todo puede ser oración si a cada etapa de mi vida sé
sembrarla, con sencillez y cariño, de ese «deseo y recuerdo de Dios» de
los que habla San Juan Crisóstomo. Es lograr, a fin de cuentas, que Él
sea un Amigo íntimo: Alguien en quien siempre puedo confiar, con quien
siempre puedo platicar de lo bueno y lo malo. En resumen, el centro de
mi corazón... ¡y perdón por el cliché!
Fuente: P. Juan Antonio Ruiz J., L.C - La-oración.com
Ágape= Amor Incondicional. El amor que se profesa sin esperar nada a cambio.El Amor de Dios.
miércoles, 30 de mayo de 2012
REFLEXIÓN: EL CORAZON PERFECTO
El corazón perfecto | |
Quien da más, más recibe. Los hombres creemos que guardando lo que tenemos, lo haremos crecer. | |
Un día, un hombre joven se situó en el centro de un poblado y proclamó que él poseía el corazón más hermoso de toda la comarca. Una gran multitud se congregó a su alrededor y todos admiraron y confirmaron que su corazón era perfecto, pues no se observaban en él ni máculas ni rasguños. De pronto, un anciano se acercó y dijo: Perdona mi atrevimiento, pero, ¿por qué dices eso, si tu corazón no es ni siquiera aproximadamente tan hermoso como el mío, o el de tantas otras personas? Sorprendidos la multitud y el joven, miraron el corazón del viejo y vieron que, si bien latía vigorosamente, éste estaba cubierto de cicatrices y hasta había zonas donde faltaban trozos y éstos habían sido reemplazados por otros que no encajaban perfectamente en el lugar, pues se veían bordes y aristas irregulares en su derredor. Es más, había lugares con huecos, donde faltaban trozos profundos. El joven contempló el corazón del anciano, y al ver su estado desgarbado, se echó a reír. "Debes estar bromeando -dijo- compara tu corazón con el mío... ¡El mío es perfecto! En cambio, el tuyo, es un conjunto de cicatrices y dolor". Es cierto -dijo el anciano- tu corazón luce perfecto, pero yo jamás me involucraría contigo... "Mira, cada cicatriz representa una persona a la cual entregué todo mi amor; arranqué trozos de mi corazón, para entregárselos a cada uno de aquellos que he amado. Muchos a su vez, me han obsequiado un trozo del suyo, que he colocado en el lugar que quedó abierto; de ahí quedaron los huecos. Dar amor es arriesgar, pero a pesar del dolor que esas heridas me producen al haber quedado abiertas, me recuerdan que los sigo amando, y alimentan la esperanza que algún día -tal vez-, regresen y llenen el vacío que han dejado en mi corazón. ¿Comprendes ahora lo que es verdaderamente hermoso?" El joven permaneció en silencio, lágrimas corrían por sus mejillas; se acercó y le dio un pedazo de su corazón al anciano, de igual manera hizo éste y le dio un pedazo de su corazón al joven. Al no haber sido idénticos lo trozos, se notaban los bordes y las uniones. El joven miró su corazón, que ya no era perfecto, pero lucía mucho más hermoso que antes, porque el amor del anciano fluía en su interior… y el amor de él en el corazón del anciano. El joven sólo pudo reaccionar y decirle al anciano: "Si, en verdad ahora puedo ver lo hermoso que es tu corazón" Y tu corazón... ¿cuántas cicatrices tiene?
FUENTE: CATHOLIC.NET
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REFLEXIÓN: La Victoria de abrazar La Cruz
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lunes, 28 de mayo de 2012
El Espíritu Santo sobre los apóstoles
El Espíritu Santo sobre los apóstoles | |
Juan 20, 19-23. Pentecostés. El Espíritu Santo es todo: el fuego de la fe, del amor, de la fuerza y de la vida. | |
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío». Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos». Oración introductoria Ven, Espíritu Santo, llena mi corazón y enciende el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu Creador y renueva la faz de la tierra. Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus hijos con la luz del Espíritu Santo; hazme dócil a tus inspiraciones para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo. Por Cristo nuestro Señor. Petición Espíritu Santo, mira mi vacío si Tú faltas, por eso te suplico vengas hacer en mi tu morada. Meditación del Papa Finalmente, el Evangelio de hoy nos entrega esta bellísima expresión: "Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor". Estas palabras son profundamente humanas. El Amigo perdido está presente de nuevo, y quien antes estaba turbado se alegra. Pero dicen mucho más. Porque el Amigo perdido no viene de un lugar cualquiera, sino de la noche de la muerte; ¡y la ha atravesado! No es uno cualquiera, sino que es el Amigo y al mismo tiempo Aquel que es la Verdad y que hace vivir a los hombres; y lo que da no es una alegría cualquiera, sino la propia alegría, don del Espíritu Santo. Sí, es hermoso vivir porque soy amado, y es la Verdad la que me ama. Se alegraron los discípulos, viendo al Señor. Hoy, en Pentecostés, esta expresión está destinada también a nosotros, porque en la fe podemos verle; en la fe Él viene entre nosotros, y también a nosotros nos enseña las manos y el costado, y nosotros nos alegramos. Por ello queremos rezar: ¡Señor, muéstrate! Haznos el don de tu presencia y tendremos el don más bello, tu alegría. Amén. Benedicto XVI, 12 de junio de 2011. Reflexión En cierta ocasión se encontraba una maestra en clase de religión con sus alumnos de tercero de primaria. Y les pregunta: - "Quién de ustedes me sabe decir quién es la Santísima Trinidad?" Y uno de los niños, el más despierto, grita: - "¡Yo, maestra! La Santísima Trinidad son el Padre, el Hijo ¡y... la Paloma!" Para cuántos de nosotros el Espíritu Santo es precisamente eso:¡una paloma! De esa forma descendió sobre Cristo el día de su bautismo en el Jordán y así se le ha representado muchas veces en el arte sagrado. Pero ¡el Espíritu Santo no es una paloma! ¿Cómo se puede tener un trato humano, profundo y personal con un animalito irracional? La paloma es, a lo mucho, un bello símbolo de la paz, y nada más. Y, sin embargo, el Espíritu Santo es la tercera Persona de la Trinidad Santísima y Dios verdadero. En la solemnidad de hoy celebramos la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles el día de Pentecostés. Pero en las lecturas de la Misa de hoy nos volvemos a encontrar con la misma dificultad de antes: el problema del lenguaje. En el pasaje de los Hechos de los Apóstoles se nos narra que el Espíritu Santo bajó del cielo "en forma de un viento impetuoso que soplaba". ¡Otra imagen! Como el viento que mandó Dios sobre el Mar Rojo para secarlo y hacer pasar a los israelitas por en medio del mar, liberándolos de la esclavitud del faraón y de Egipto (Ex 14, 21-31); o como ese viento que el mismo Dios hizo soplar sobre un montón de huesos áridos para traerlos a la vida, según nos refiere el profeta Ezequiel (Ez 37, 1-14). El mismo Cristo en el Evangelio de hoy usa también la imagen del viento para hablarnos del Espíritu Santo: "Jesús sopló sobre ellos y les dijo: Reciban el Espíritu Santo". La misma palabra espíritu significa, etimológicamente, viento: procede del latín, spíritus (del verbo spiro, es decir soplar). El vocablo hebreo, ruah, tiene el mismo significado. Y la palabra latina que se usaba para decir alma era ánima, que a su vez viene del griego ánemos, viento. El libro del Génesis nos narra que, cuando Dios creó al hombre modelándolo del barro, "le sopló en las narices y así se convirtió en un ser vivo" (Gén 2,7). Por eso también Cristo, como el Padre, sopla su Espíritu sobre sus apóstoles para transmitirles la vida. Sin el aliento vital nada existe. Así como el cuerpo sin el alma es un cadáver, el hombre sin el Espíritu Santo está muerto y se corrompe. Por eso, en la profesión de fe, decimos que "creemos en el Espíritu Santo, que es Señor y Dador de vida". ¿Y cómo nos comunica esa vida? Cristo lo dice a continuación: "a quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados..." Es la vida de la gracia santificante, que producen los sacramentos: el bautismo, la confesión, la Eucaristía y los otros cuatro. Él es el Espíritu Santificador, que da vida, alienta todo y "anima" todo. Es esto lo que Cristo nos quiere significar con esta imagen del viento. En la Sagrada Escritura se nos habla del Espíritu Santo a través de muchas otras imágenes, dada nuestra pobre inteligencia humana, incapaz de abarcar y de penetrar en el misterio infinito de Dios. En la primera lectura misma que acabamos de referir, se nos dice que descendió "como lenguas de fuego" que se posaban sobre cada uno de los discípulos. La imagen del fuego es también riquísima a lo largo de toda la Biblia. Es el símbolo de la luz, del calor, de la energía cósmica, de la fuerza. El Espíritu Santo es todo eso: el fuego de la fe, del amor, de la fuerza y de la vida. Pero, además de las mil representaciones, el Espíritu Santo es, sobre todo, DIOS. Es Persona divina, como el Padre y el Hijo. Es el Dios-Amor en Persona, que une al Padre y al Hijo en la intimidad de su vida divina por el vínculo del amor, que es Él mismo. Vive dentro de nosotros, como el mismo Cristo nos aseguró: "Si alguno me ama, guardará mi palabra y mi Padre lo amará, y vendremos a hacer en él nuestra morada" (Jn 14,23). Podemos decir que una persona que amamos vive dentro de nosotros por el amor. Y si esto es posible en el amor humano, con mucha mayor razón lo es para Dios. El Espíritu Santo y la Trinidad Santísima viven dentro de nosotros por el amor, la fe, la vida de gracia, los sacramentos y las virtudes cristianas. El "dulce Huésped del alma" es otro de sus nombres; y san Pablo nos recuerda: "¿No saben que son templos de Dios y que el Espíritu Santo habita dentro de ustedes?" (I Cor 3,16). Podríamos decir tantísimas cosas del Espíritu Santo y nunca acabaríamos. Pero lo más importante no es saber mucho, sino dejar que Él viva realmente dentro de nosotros. Y esto será posible sólo si le dejamos cabida en nuestro corazón a través de la gracia santificante: donde reina el pecado no hay vida. Es imposible que convivan juntos el día y la noche, o la vida y la muerte. Dios vivirá en nosotros en la medida en que desterremos el pecado y los vicios para que Él verdaderamente sea el único Señor de nuestra existencia. ¿Por qué no comienzas ya desde este mismo momento? EL HIMNO AL ESPIRITU SANTO Ven Espíritu Creador, visita las almas de tus fieles, Llena de gracia celestial Los pechos que tu creaste. Te llaman Paráclito, Don de Dios altísimo, Fuente viva, fuego, amor Y unción espiritual. Tú, don septenario, Dedo de la diestra del Padre, Por ]El prometido a los hombres Con palabras solemnes. Enciende luz a los sentidos Infunde amor en los corazones, Y las debilidades de nuestro cuerpo Conviértelas en firme fortaleza. Manda lejos al enemigo, Y danos incesantemente la paz, Para que con tu guía Evitemos todo mal. Danos a conocer al Padre, Danos a conocer al Hijo Y a Ti, Espíritu de ambos, Creamos en todo tiempo. Que la gloria sea para Dios Padre, Y para el Hijo, de entre los muertos Resucitado, y para el Paráclito, Por los siglos de los siglos. Amén. Oración para pedir los dones y frutos del Espíritu Santo. fuente: catholic.net |
sábado, 26 de mayo de 2012
Con María...esperado Pentecostés
Autor: María Susana Ratero | Fuente: Catholic.net Con María...esperado Pentecostés | |
¿Cómo reconoceré la Espíritu Santo, Señora? Porque Él te dará la fuerza que necesites para cumplir la Voluntad de Dios. | |
Quiero encontrarte hoy Señora, mas, ¿dónde te busco?… mi alma comienza a susurrarte amorosamente un Ave María: Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo… Sí, Madre, el Señor es contigo y eres llena de gracia… llena de gracia, esa gracia que enamora al mismo Dios, y ha sido sembrada en tu alma por el Espíritu Santo… tú le conoces bien, Señora, háblanos de El… Y mi corazón te busca, y tú, siempre atenta, te llegas a mi alma y a mis sueños y me cuentas… me enseñas… me amas… - Hija querida, para que tu corazón entienda lo que significa albergar al Espíritu Santo, lo primero y mas necesario es que sea un corazón de puertas abiertas… un corazón que espera, un corazón que confía mas allá de los límites, un corazón que pide a Jesús a cada instante "Señor, aumenta mi fe"… - Es bien cierto Señora, tú has hallado gracia delante de Dios por tu oración silenciosa, perseverante, confiadísima, y por tus virtudes, delicadamente sembradas en el alma de quien debía recibir al Salvador del mundo, y aceptadas por ti con alegría, y vividas con fe, no como carga u obligación, sino como signo de amor… Señora, tú conoces bien al Espíritu… no en vano la Iglesia nos dice que eres su fiel esposa… - Así es hija, el Espíritu llego a mí el día de la Encarnación como propuesta de amor… Y me inundó el alma… mi vida no fue la misma a partir de aquel día, es que las personas ya no son las mismas luego que El entra en sus almas… - ¿Cómo es esto, Señora? ¿Cómo sabemos que El ha llegado a nuestra alma?, lo sabemos por fe, sí, que lo hemos recibido en el Bautismo y en la Confirmación, pero… ¿como nos damos cuenta en nuestra vida diaria, en la rutina, de que nos estamos dejando guiar por El o si hacemos oídos sordos a sus consejos, a las santas inclinaciones que sugiere a nuestra alma? - No eres la primera que me hace esta pregunta… Hace ya tiempo me la hizo Tomas… sí, Tomas, el Mellizo, el Apóstol, el que no había creído cuando Jesús se presentó a sus compañeros…, pero ven, vamos a Jerusalén, así lo ves por ti misma… Mi corazón cierra los ojos al mundo y te sigue, es una sensación hermosa, seguirte, adondequiera que vayas, seguirte, no hay camino más hermoso, María, no hay camino mas seguro… Jerusalén se presenta ante nuestros ojos quieto y sin ruido, apenas está por salir el sol, uno que otro habitante va saliendo a sus diarias tareas, entramos las dos a la ciudad sin ser vistas… Llegamos a una construcción de dos plantas, que en nada se diferenciaba del resto de las viviendas… Allí se reunían los Apóstoles y algunas mujeres… Quizás era la misma casa en que se celebró la Ultima Cena, pero no quise preguntar…, era demasiado fuerte toda la situación, preferí seguirte sin preguntas… Entraste, delicadamente, como entras en las almas de los que te aman, te sigo…, era el día de Pentecostés, la fiesta de la cosecha, la plenitud y la abundancia, habían transcurrido 50 días desde el Domingo de Pascua…, los Apóstoles estaban ya reunidos en oración en el piso superior…Te dedicaste a prepararles unos alimentos, te ayudé en lo poco que yo sabía, en realidad, solo atinaba a mirarte, extasiada… Cuando todo estuvo listo, subiste a alimentar a tus amigos, a tus hijos… y recordé como alimentas a todos tus hijos, proporcionando a tus devotos todo lo necesario para el cuerpo y el alma… Los hombres habían hecho un alto en la oración y agradecieron tu gesto maternal… Cuando bajaste, noté que te seguía Tomas, el Mellizo… el hombre estaba un poco turbado y sus ojos denotaban una gran preocupación… Señora mía- te dijo, y su voz rebosaba de amor y respeto- necesito preguntaros algo… Dime hijo, te escucho… Señora, bien sabes lo que me ha sucedido con el Maestro, cuando me negué a creer en su Resurrección… cuando se presentó ante mí yo me sentí avergonzado a causa de mi incredulidad y lo que más me dolió fue la expresión de sus ojos cuando me dijo "En adelante no seas incrédulo sino hombre de fe"… su mirada reflejaba dolor por mi falta de fe… Señora, no quiero fallarle de nuevo al Maestro, Él nos dijo que nos enviaría el Paráclito, el Espíritu Santo y yo… yo tengo miedo de no reconocerlo… tu sabes, Madre… Madre… la palabra revoloteaba en el aire y lo perfumaba, sí Madre, Madre nuestra, Madre de la Iglesia, Madre que escucha y aconseja, Madre que calma y consuela… Madre Tomas, hijo, no temas…-contestó la llena de gracia- no temas… tu corazón debe tener abierta sus puertas al amor de Dios, confiar… Él conoce tus debilidades, pero también conoce tu amor… solo pide, hijo mío, solo pide a Dios luz para el alma, luz para tu corazón, y el Espíritu te dará todo lo que pides y más, mucho más… ¿Cómo lo reconoceré, Señora? Porque El te dará la fuerza que necesites para cumplir la Voluntad de Dios… ¿Cómo sabré que es lo que Dios espera de mí? Hijo, lo que Dios espera de ti es que ames como Jesús te ama… el amor, además de mandamiento es camino, y es mandamiento porque es camino… ama, hijo, pero ama como Jesús te ama, con esa intensidad…. No esperes realizar grandes milagros u obras para sentir que estás cumpliendo la voluntad de Dios…. Se puede cumplir la voluntad del Padre en las cosas más sencillas, y se puede desobedecer al Padre también en las cosas más sencillas… La madre, cumple la voluntad de Dios amando, cuidando, alimentando a sus hijos, siendo su amiga y serena consejera…. El padre, cumple la voluntad de Dios protegiendo a su familia, velando por su unidad, siendo faro en las tormentas del alma, llevando calma y paz… un trabajador cumple la voluntad de Dios siendo fiel en su labor, respetando a los demás, buscando siempre la paz… Tomas te miró con rostro aliviado, te abrazó con infinita ternura y vi como gruesas lágrimas surcaban el rostro del hombre… qué hermosa imagen me regalabas al corazón, Madre querida, un hombre que se abraza a ti y puede llorar… toda la angustia del alma, se transforma en lágrimas y caen sobre tu manto… Y retornan al hombre hechas consejo y camino… Subimos nuevamente al piso superior, y Pedro comenzó nuevamente las oraciones… De repente vino del cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa, y aparecieron unas lenguas, como de fuego, que se repartieron y fueron posándose sobre cada uno de ellos… Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía que se expresaran… Los hombres estaban entre maravillados y emocionados, y comenzó a escucharse el griterío de la gente que había llegado atraída por el ruido del viento y se agolpaba fuera de la casa… Los Apóstoles bajaron y se acercaron a las personas que allí estaban y comenzaron a proclamar las maravillas de Dios en distintos idiomas, así, cada uno de los presentes les escuchaba en su propia lengua nativa… Tan opuesta esta escena a la de la Torre de Babel, donde el orgullo de los hombres provocó el nacimiento de las distintas lenguas y no podían entenderse… aquí, gracias al Espíritu, las diferentes lenguas no eran obstáculo para el mensaje, sino canal por el que llegar a todo hombre… Tú, Señora mía, te quedaste arriba… yo te pregunté, tímidamente… ¿Y ahora, Madre? Pues, acabas de presenciar el nacimiento de la Iglesia… Una Iglesia que proclama el amor de Dios en toda lengua y a toda cultura… Una Iglesia de puertas abiertas y corazón orante… una Iglesia que es cuerpo de Cristo… y, como todo cuerpo, tiene muchos miembros… Explícame esto, Señora… Hija, todos acaban de ser bautizados en el único Espíritu, y así lo serán los que vayan creyendo el mensaje de Jesús… pero cada uno tiene un lugar dentro del cuerpo Místico de Cristo… para que entiendas… un cuerpo no es solo ojos, o manos, o pies, eso no seria un cuerpo, un cuerpo esta formado por muchos miembros, unos mas notables, otros menos notables, pero todos igualmente necesarios y dignos… algunas personas piensan que porque no es evidente en ellos alguna habilidad especial, no pueden encontrar la voluntad de Dios para ellos, nada más lejos de la realidad… mira, no se trata de las cosas que se hacen, sino del amor con que se hacen…. Tiene mas mérito a los ojos de Dios una mamá que sirve un plato de arroz a sus hijos con infinito amor en la intimidad del hogar, que una persona que alimenta a diez solo para que los demás vean su generosidad…, no se trata de las escalas del mundo sino de las escalas de Dios ¿puedes entenderlo? Todos los bautizados han recibido un don especial del Espíritu Santo… Encontrar ese don, a veces dormido dentro del alma, es todo un esfuerzo, implica idas y venidas en el interior de uno mismo, pero luego de la búsqueda y del esfuerzo, el don despliega las alas… todas las personas son muy capaces para algo, según los dones del Espíritu, algunos serán favorecidos con el don de la sabiduría, otros de la inteligencia, otros de la fortaleza, otros del consejo, para otros habrá espíritu de ciencia y en otros de piedad, y para otros habrá un santo temor de Dios…, pero encontrar esos dones dentro del alma, supone un esfuerzo, nadie pretenda descubrirlos mágicamente… además, luego de encontrarlos hay que hacerlos dar fruto, pues recuerda lo que dijo Jesús "Al que tiene se le dará más y al no tiene, aun lo poco que posee le será quitado" se refería aquí a los dones del Espíritu… Te acercas a mí, tu mirada me da paz, mucha paz… bajamos, la gente se agolpa a la puerta de la casa, salimos sin ser vistas… Un hombre reparó en ti y te reconoció, se acercó y te dijo… Señora… Señora… Me alejé para que hablaran solos… Cuando te retiraste, el hombre tenía la mirada como iluminada, y una sonrisa llena de paz… Los primeros devotos tuyos, Señora, los primeros sencillos y fieles devotos… Volvemos juntas a mi realidad de todos los días… se acerca el domingo de Pentecostés, quiero esperarlo en oración y con las puertas de mi corazón abiertas, como tu me enseñaste… Debemos despedirnos… -Gracias, Madre -susurra mi alma sin ganas de dejarte- gracias… cada vez que mi corazón te encuentra termina fortalecido, gracias… - Nos vemos, querida, nos vemos en la misa de Pentecostés, te estaré esperando… Vuelvo a mi realidad, mientras mi corazón te da el último abrazo y se despide de ti… Tú susurras algo, que no alcanzo a escuchar… Me quedo con la duda ¿Qué dijiste María, que mi apuro no me dejó oír?... Un pensamiento me viene al corazón, quizás dijiste…"Hija, algún día comprenderás que no hay despedidas entre nosotras, que siempre estamos juntas, que siempre estoy a tu lado, aunque muchas veces, tu angustia, tu soledad, tu tristeza, no te permita verme"…. Amigo que lees estas líneas… espero que tengas un hermoso domingo de Pentecostés… que tu corazón se llene de fuerza para multiplicar los hermosos dones con que el Espíritu ha adornado tu alma… NOTA: "Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de "Cerrar los ojos y verla" o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a la imaginación de la autora, sin intervención sobrenatural alguna." Oración para pedir los dones y frutos del Espíritu Santo. |
viernes, 25 de mayo de 2012
REFLEXION: CONVERTIR EL ARREPENTIMIENTO EN UN MINISTERIO
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ESPIRITU SANTO: LETANIA
ESPÍRITU SANTO
LETANÍA
LETANÍA
-Señor,
-Jesucristo,
-Señor,
-Dios, Padre celestial,
-Dios, Hijo, Redentor del mundo,
-Dios, Espíritu Santo,
-Trinidad Santa, que sois un solo Dios,
-Divina Esencia, Dios verdadero y único,
-Espíritu de verdad y de sabiduría,
-Espíritu de santidad y de justicia,
-Espíritu de entendimiento y de consejo,
-Espíritu de caridad y de gozo,
-Espíritu de paz y de paciencia,
-Espíritu de longanimidad y mansedumbre,
-Espíritu de benignidad y de bondad,
-Amor substancial del Padre y del Hijo,
-Amor y vida de las almas santas,
-Fuego siempre ardiendo,
-Agua viva que apagáis la sed de los corazones,
Ten piedad de
nosotros
-De todo mal,
-De toda impureza de alma y cuerpo,
-De toda gula y sensualidad,
-De todo afecto a los bienes terrenos,
-De todo afecto a cosas y a criaturas,
-De toda hipocresía y fingimiento,
-De toda imperfección y faltas deliberadas,
-Del amor propio y juicio propio,
-De la propia voluntad,
-De la murmuración,
-De la doblez a nuestros prójimos,
-De nuestras pasiones y apetitos desordenados,
-De no estar atentos a vuestra inspiración Santa,
-Del desprecio a las cosas pequeñas,
-De la glotonería y malicia,
-De todo regalo y comodidad,
-De querer buscar o desear algo que no seáis Vos,
-De todo lo que te desagrade,
-De todo pecado e imperfección y de todo mal,
Libradnos Espíritu
Santo.
-Padre amantísimo,
Perdónanos.
-Divino Verbo,
Ten misericordia
de nosotros.
-Santo y Divino
Espíritu,
No nos dejes hasta
ponemos en la posesión de la Divina Esencia,
Cielo de los cielos.
-Cordero de Dios, que
borras los pecados del mundo,
Enviadnos al divino
Consolador.
-Cordero de Dios,
que borras los pecados del mundo,
Llenadnos de los
dones de vuestro espíritu.
-Cordero de Dios,
que borras los pecados del mundo,
Haced que crezcan
en nosotros los frutos del Espíritu Santo.
Ven, ¡oh
Santo Espíritu!, llena los corazones de tus fieles y enciende
en ellos el fuego de tu amor.
V. Envía tu Espíritu
y todo será creado.
R. Y se renovará
la faz de la tierra.
Oremos
¡Oh Dios!, que habéis instruido los corazones de
los fieles con la luz del Espíritu Santo, concedednos,
según el mismo Espíritu, conocer las cosas rectas
y gozar siempre de sus divinos consuelos. Por Jesucristo, Señor
nuestro. R. Amén.
-Señor, -Jesucristo, -Señor, -Dios, Padre celestial, -Dios, Hijo, Redentor del mundo, -Dios, Espíritu Santo, -Trinidad Santa, que sois un solo Dios, -Divina Esencia, Dios verdadero y único, -Espíritu de verdad y de sabiduría, -Espíritu de santidad y de justicia, -Espíritu de entendimiento y de consejo, -Espíritu de caridad y de gozo, -Espíritu de paz y de paciencia, -Espíritu de longanimidad y mansedumbre, -Espíritu de benignidad y de bondad, -Amor substancial del Padre y del Hijo, -Amor y vida de las almas santas, -Fuego siempre ardiendo, -Agua viva que apagáis la sed de los corazones, |
Ten piedad de nosotros |
-De todo mal, -De toda impureza de alma y cuerpo, -De toda gula y sensualidad, -De todo afecto a los bienes terrenos, -De todo afecto a cosas y a criaturas, -De toda hipocresía y fingimiento, -De toda imperfección y faltas deliberadas, -Del amor propio y juicio propio, -De la propia voluntad, -De la murmuración, -De la doblez a nuestros prójimos, -De nuestras pasiones y apetitos desordenados, -De no estar atentos a vuestra inspiración Santa, -Del desprecio a las cosas pequeñas, -De la glotonería y malicia, -De todo regalo y comodidad, -De querer buscar o desear algo que no seáis Vos, -De todo lo que te desagrade, -De todo pecado e imperfección y de todo mal, |
Libradnos Espíritu Santo. |
-Padre amantísimo, | Perdónanos. |
-Divino Verbo, | Ten misericordia de nosotros. |
-Santo y Divino Espíritu, | No nos dejes hasta
ponemos en la posesión de la Divina Esencia, Cielo de los cielos. |
-Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, | Enviadnos al divino Consolador. |
-Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, | Llenadnos de los dones de vuestro espíritu. |
-Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, | Haced que crezcan en nosotros los frutos del Espíritu Santo. |
Ven, ¡oh
Santo Espíritu!, llena los corazones de tus fieles y enciende
en ellos el fuego de tu amor. V. Envía tu Espíritu y todo será creado. R. Y se renovará la faz de la tierra. Oremos ¡Oh Dios!, que habéis instruido los corazones de los fieles con la luz del Espíritu Santo, concedednos, según el mismo Espíritu, conocer las cosas rectas y gozar siempre de sus divinos consuelos. Por Jesucristo, Señor nuestro. R. Amén. |