ORACION
DE SANACIÓN POR UN NIÑO ENFERMO (P. José Luis Aguilar)...pedimos por
bebes y niños enfermos....ten piedad Señor!!!!...rogamos a todos unirnos
en oraciòn...gracias!!!!
"Fue, pues, Jesús otra vez a Caná de
Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había en Cafarnaúm un
oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo. Cuando oyó aquel que Jesús
había llegado de Judea a Galilea, fue a él y l
e rogó que descendiera y sanara a su hijo, que estaba a punto de morir.
Entonces Jesús le dijo: Si no veis señales y prodigios, no creeréis. El
oficial del rey le dijo: “Señor, desciende antes que mi hijo muera”.
Jesús le dijo: “Vete, tu hijo vive”. El hombre creyó la palabra que
Jesús le dijo, y se fue.
Cuando ya él descendía, sus siervos
salieron a recibirlo, y le informaron diciendo: “Tu hijo vive”. Entonces
él les preguntó a qué hora había comenzado a mejorar. Le dijeron:
“Ayer, a la hora séptima, se le pasó la fiebre. El padre entonces
entendió que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo
vive». Y creyó él con toda su casa. (Jn 4, 46-53)
(Un
momento de silencio para que la Palabra de Dios con su poder penetre en
su corazón y se sienta movido a un acto de fe carismática: Dios Puede
hacerlo otra vez)
Amado Señor, tú conoces el corazón de tus
hijos, y no te quedas indiferente ante el pobre que te suplica. Tú sabes
lo que nos aflige el bienestar de nuestros niños, tu comprender la
preocupación de los papás ante la enfermedad de alguno de sus hijos.
Vengo hoy, como el funcionario real del Evangelio, a pedirte que
desciendas y sanes a nuestro niño/a (nombre con fe al niño/a enfermo por
quien se está orando de manera especial y el mal que lo aqueja).
Aún desde la preocupación que nos causa su enfermedad, desde el dolor y
el desconcierto, si esta enfermedad está dentro de lo que tu permites,
aceptamos este momento como ocasión de purificación, de abandono en tus
manos, de ofrecimiento generoso de nuestras vidas. Aceptamos este
momento como una ocasión para unirnos desde el sufrimiento a los dolores
de Cristo por la salvación del mundo (Colosenses 1, 24) (Tómese unos
minutos y, en calma, que su corazón se una a lo que acaba de decir con
sus labios: "con este sufrimiento, me uno, Señor, a tu pasión...")
Ahora, Señor, a ti que quieres que tengamos vida en abundancia, te pido
que por el poder del misterio de tu infancia y tu vida oculta en el
hogar de Nazaret, sanes al niño/a a quien tú conoces y amas. Cuida de su
cuerpito y de su alma. Pasa tu mano sanadora sobre él para que sienta
tu alivio, tus cuidados y se restablezca prontamente, según tu voluntad.
Tú, que recibiste los amorosos cuidados de María y José, consuela y
reanima a su papá y a su mamá, no dejes que caigan en la desesperación,
en la duda, en la depresión, sino que desde su dolor y preocupación
recurran a ti como fuente de verdadera, plena, y duradera sanación del
cuerpo y del alma.
Te presentamos el lugar donde se encuentra el
niño, reviste ese sitio con tu fuerza y gracia. Aleja de allí todo lo
que, material o espiritualmente, puedan ser un obstáculo para la pronta
recuperación.
Te presentamos los profesionales médicos que atienden
al niño, revístelos con tu sabiduría, ilumínalos para que logren dar con
acierto en el diagnóstico y encuentren la medicación y tratamiento
indicado. Tómalos como instrumentos de tu sanación.
María,
madre de Jesús y madre nuestra, que con esmero y constancia, cuidabas de
tu niño, mira el corazón de la madre e infúndele confianza, para que
también ella, como tu, pueda ver crecer a su hijo en estatura, sabiduría
y gracia, delante de Dios y de los hombres.
Querido San José,
tú que fuiste el protector de la Sagrada Familia, y la defendiste de
todos los peligros y hasta de la muerte segura en la persecución de
Herodes, te presento al papá de esta criatura, intercede ante tu amado
Hijo Jesús, para que logre mantenerse fuerte aún en el dolor y la
preocupación. Que logre conseguir los medios necesarios para la buena
atención de su hijo/a. ayúdalo a no decaer y a mantenerse lúcido a la
voluntad de Dios.
Señor, tu dijiste que creyéramos que ya hemos
obtenido lo que te pedimos con fe en oración, ahora levanto mi voz y
mis brazos para darte gracias por la salud que recibirá este niño por el
poder de tu amor que escucha esta oración confiada. Reconocemos que ya
estás actuando y sanando. Como el funcionario del Evangelio, nosotros
también reconoceremos que es en este mismo momento que estas
restableciendo salud y bienestar. Te alabo en fe. Te reconozco Señor y
Salvador de nuestras vidas, sin ti estamos perdidos. Te amamos Señor y
reconocemos tu grandeza. A ti la gloria por los siglos sin fin. Amén.
(Padrenuestro, Ave María, Gloria)