Ágape= Amor Incondicional. El amor que se profesa sin esperar nada a cambio.El Amor de Dios.
domingo, 28 de agosto de 2016
"EN CRISTO" Canción para hoy
KAIRÓS: TIEMPO DE DIOS EN NOSOTROS (28 de Agosto)
Santo(s) del día : San Agustin de Hipona
«Cuando hagas un festín, invita a los pobres»
Debemos vigilar la salud de nuestro prójimo con el mismo cuidado que tenemos con la nuestra, tanto si está sano como si está consumido por la enfermedad. Porque «somos un solo cuerpo en Cristo» (Rm 12,5), ricos o pobres, esclavos u hombres libres, sanos o enfermos. Para todos no hay más que una sola cabeza, principio de todo –Cristo (Col 1,18); igual que los miembros del cuerpo son unos para los otros, eso mismo es cada uno de nosotros por cada uno de sus hermanos. Es necesario, pues, no desatender ni abandonar aquellos que, antes que nosotros, han caído en un estado de debilidad que nos acecha a todos. Más que regocijarnos por nuestra buena salud, es mejor que compartamos los males de nuestros pobres hermanos... Igual que nosotros, ellos son imagen de Dios, y, a pesar de su aparente degradación, han sido más fieles que nosotros a conservar esta imagen. En ellos, el hombre interior se ha revestido del mismo Cristo y han recibido las mismas «arras del Espíritu» (2Co 5,5); tienen las mismas leyes, los mismos mandamientos, las mismas alianzas, las mismas asambleas , los mismos misterios, la misma esperanza. Cristo que «quita el pecado del mundo» (Jn 1,29) ha muerto también por ellos. Tienen parte en la herencia de la vida celestial, ellos que han sido privados de muchos de los bienes de acá. Son los compañeros de los sufrimientos de Cristo y lo serán también de su gloria.
- ¿Por qué llegaste tan temprano de la escuela, hijo?
- Es que fui el único que pude contestar una pregunta.
- ¡Muy bien, Jaimito! ¡Eres un niño tan estudioso! ¿Y cuál fue la pregunta?
¿Quién le tiró el borrador al Director?
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¡Oh eterna verdad, verdadera caridad y cara eternidad!
Del libro de las Confesiones de san Agustín, obispo
Libro 7, 10. 18, 27
Habiéndome convencido de que debía volver a mí mismo, penetré en mi interior, siendo tú mi guía, y ello me fue posible porque tú, Señor, me socorriste. Entré, y vi con los ojos de mi alma, de un modo u otro, por encima de la capacidad de estos mismos ojos, por encima de mi mente, una luz inconmutable; no esta luz ordinaria y visible a cualquier hombre, por intensa y clara que fuese y que lo llenara todo con su magnitud. Se trataba de una luz completamente distinta. Ni estaba por encima de mi mente, como el aceite sobre el agua o como el cielo sobre la tierra, sino que estaba en lo más alto, ya que ella fue quien me hizo, y yo estaba en lo más bajo, porque fui hecho por ella. La conoce el que conoce la verdad.
¡Oh eterna verdad, verdadera caridad y cara eternidad! Tú eres mi Dios, por ti suspiro día y noche. Y, cuando te conocí por vez primera, fuiste tú quien me elevó hacia ti, para hacerme ver que había algo que ver y que yo no era aún capaz de verlo. Y fortaleciste la debilidad de mi mirada irradiando con fuerza sobre mí, y me estremecí de amor y de temor; y me di cuenta de la gran distancia que me separaba de ti, por la gran desemejanza que hay entre tú y yo, como si oyera tu voz que me decía desde arriba: «Soy alimento de adultos: crece, y podrás comerme. Y no me transformarás en substancia tuya, como sucede con la comida corporal, sino que tú te transformarás en mí».
Y yo buscaba el camino para adquirir un vigor que me hiciera capaz de gozar de ti, y no lo encontraba, hasta que me abracé al mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, el que está por encima de todo, Dios bendito por los siglos, que me llamaba y me decía: Yo soy el camino de la verdad, y la vida, y el que mezcla aquel alimento, que yo no podía asimilar, con la carne, ya que la Palabra se hizo carne, para que, en atención a nuestro estado de infancia, se convirtiera en leche tu sabiduría por la que creaste todas las cosas.
¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de tí aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían. Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y deseé con ansia la paz que procede de ti.
Oración
Renueva, Señor, en tu Iglesia, el espíritu que infundiste en tu obispo san Agustín, para que, penetrados de ese mismo espíritu, tengamos sed de ti, fuente de la sabiduría, y te busquemos como el único amor verdadero. Por nuestro Señor Jesucristo.
¡QUIERO TUS GAFAS, SEÑOR!
sábado, 27 de agosto de 2016
KAIRÓS: TIEMPO DE DIOS EN NOSOTROS (27 de Agosto)
Sábado de la vigésima primera semana del tiempo ordinario
Santo(s) del día : Santa Mónica de Tagaste
Carta I de San Pablo a los Corintios 1,26-31.
Hermanos, tengan en cuenta quiénes son los que han sido llamados: no hay entre ustedes muchos sabios, hablando humanamente, ni son muchos los poderosos ni los nobles.
Al contrario, Dios eligió lo que el mundo tiene por necio, para confundir a los sabios; lo que el mundo tiene por débil, para confundir a los fuertes;
lo que es vil y despreciable y lo que no vale nada, para aniquilar a lo que vale.
Así, nadie podrá gloriarse delante de Dios.
Por él, ustedes están unidos a Cristo Jesús, que por disposición de Dios, se convirtió para nosotros en sabiduría y justicia, en santificación y redención,
a fin de que, como está escrito: El que se gloría, que se gloríe en el Señor.
¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se eligió como herencia!
El Señor observa desde el cielo
y contempla a todos los hombres.
Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles,
sobre los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y sustentarlos en el tiempo de indigencia.
Nuestra alma espera en el Señor;
él es nuestra ayuda y nuestro escudo.
Nuestro corazón se regocija en él:
nosotros confiamos en su santo Nombre.
Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:
El Reino de los Cielos es también como un hombre que, al salir de viaje, llamó a sus servidores y les confió sus bienes.
A uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad; y después partió. En seguida,
el que había recibido cinco talentos, fue a negociar con ellos y ganó otros cinco.
De la misma manera, el que recibió dos, ganó otros dos,
pero el que recibió uno solo, hizo un pozo y enterró el dinero de su señor.
Después de un largo tiempo, llegó el señor y arregló las cuentas con sus servidores.
El que había recibido los cinco talentos se adelantó y le presentó otros cinco. 'Señor, le dijo, me has confiado cinco talentos: aquí están los otros cinco que he ganado'.
'Está bien, servidor bueno y fiel, le dijo su señor, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor'.
Llegó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: 'Señor, me has confiado dos talentos: aquí están los otros dos que he ganado'.
'Está bien, servidor bueno y fiel, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor'.
Llegó luego el que había recibido un solo talento. 'Señor, le dijo, sé que eres un hombre exigente: cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido.
Por eso tuve miedo y fui a enterrar tu talento: ¡aquí tienes lo tuyo!'.
Pero el señor le respondió: 'Servidor malo y perezoso, si sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido,
tendrías que haber colocado el dinero en el banco, y así, a mi regreso, lo hubiera recuperado con intereses.
Quítenle el talento para dárselo al que tiene diez,
porque a quien tiene, se le dará y tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene.
Echen afuera, a las tinieblas, a este servidor inútil; allí habrá llanto y rechinar de dientes'.
"¿Qué tienes que no lo hayas recibido?" nos dice san Pablo (1C 4,7). No seamos, pues, avaros de nuestros bienes como si nos pertenecieran… Sólo nos han sido confiados; usamos de ellos como de una riqueza común, pero no de su posesión eterna como si fueran un bien propio. Si reconoces que este bien no te pertenece y sólo lo tienes para usarlo aquí por un tiempo, adquirirás en el cielo un bien que no tendrá fin. Acuérdate de los servidores del Evangelio que habían recibido de su amo unos talentos, y que es lo que este amo, a su regreso, ha dado a cada uno de ellos; comprenderás entonces que, depositar tu dinero sobre la mesa del Señor para que fructifique es mucho más provechoso que conservarlo con una fidelidad estéril sin que rinda nada a su acreedor, con gran perjuicio para el servidor inútil, el castigo del cual será más pesado…
Prestemos, pues, al Señor los bienes que de él hemos recibido. En efecto, no poseemos nada que no sea un don del Señor, y si existimos es porque él quiere. ¿Qué es lo que podríamos considerar como nuestro, puesto que, en virtud de una deuda enorme y privilegiada, ni nosotros mismos nos pertenecemos? Porque Dios nos ha creado, pero también nos ha rescatado. Démosle gracias pues: rescatados pagando un gran precio, el precio de la sangre del Señor, somos para siempre cosa de gran valor… Devolvamos al Señor lo que él nos ha dado. Demos a Aquel que recibe en la persona de cada pobre. Demos con gozo, para recibir de él con alegría, tal como lo ha prometido.
- Esto es un asalto, ¡Deme todo su dinero!
- Óigame, ¿Usted no sabe con quién se está metiendo? ¡Soy un político muy influyente!
- En ese caso, ¡Devuélvame todo mi dinero!
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viernes, 26 de agosto de 2016
KAIRÓS: TIEMPO DE DIOS EN NOSOTROS (26 de Agosto)
Santa Teresa de Jesús Jornet
Mt. 25, 1-13: la prudencia esta unida a la paciencia pues quien es prudente es paciente.
En el caso del evangelio de hoy vemos que cuando uno se arrebata deja lo esencial y descuida aquello que te permite estar bien ante la venida de Dios.
Por el acelere que tenemos dejamos que se apage la vela de la oracion y de la entrega. Y por atender lo urgente descuidamos lo importante.
Por eso te invito a que hoy reveas si no andas muy arrebatado, llevandote a descuidar lo esencial de tu vida, preparar tu corazón para la venida de Dios.
No te arrebates, tranquilizate y si te falta tiempo anda al sagrario y tendrás más tiempo porque Dios lo soluciona todo pero confía y se prudente. La prudencia te cuida y te proteje.
- Muy fácil: primero le echo alcohol en la cabeza y después les echo arena.
- ¿Y cómo es que eso funcina?
- Fácil. Con el alcohol se ponen busca pleitos y peliadores, entonces como lo único que tienen a mano es la arena, se agarran a pedradas y se matan entre ellos.
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