Viernes Santo de la Pasión del Señor
Calendario ordinario
San Francisco de Paula |
Libro de Isaías 52,13-15.53,1-12.
Sí, mi Servidor triunfará: será exaltado y elevado a una altura muy grande. |
Así como muchos quedaron horrorizados a causa de él, porque estaba tan desfigurado que su aspecto no era el de un hombre y su apariencia no era más la de un ser humano, |
así también él asombrará a muchas naciones, y ante él los reyes cerrarán la boca, porque verán lo que nunca se les había contado y comprenderán algo que nunca habían oído. |
¿Quién creyó lo que nosotros hemos oído y a quién se le reveló el brazo del Señor? |
El creció como un retoño en su presencia, como una raíz que brota de una tierra árida, sin forma ni hermosura que atrajera nuestras miradas, sin un aspecto que pudiera agradarnos. |
Despreciado, desechado por los hombres, abrumado de dolores y habituado al sufrimiento, como alguien ante quien se aparta el rostro, tan despreciado, que lo tuvimos por nada. |
Pero él soportaba nuestros sufrimientos y cargaba con nuestras dolencia, y nosotros lo considerábamos golpeado, herido por Dios y humillado. |
El fue traspasado por nuestras rebeldías y triturado por nuestras iniquidades. El castigo que nos da la paz recayó sobre él y por sus heridas fuimos sanados. |
Todos andábamos errantes como ovejas, siguiendo cada uno su propio camino, y el Señor hizo recaer sobre él las iniquidades de todos nosotros. |
Al ser maltratado, se humillaba y ni siquiera abría su boca: como un cordero llevado al matadero, como una oveja muda ante el que la esquila, él no abría su boca. |
Fue detenido y juzgado injustamente, y ¿quién se preocupó de su suerte? Porque fue arrancado de la tierra de los vivientes y golpeado por las rebeldías de mi pueblo. |
Se le dio un sepulcro con los malhechores y una tumba con los impíos, aunque no había cometido violencia ni había engaño en su boca. |
El Señor quiso aplastarlo con el sufrimiento. Si ofrece su vida en sacrificio de reparación, verá su descendencia, prolongará sus días, y la voluntad del Señor se cumplirá por medio de él. |
A causa de tantas fatigas, él verá la luz y, al saberlo, quedará saciado. Mi Servidor justo justificará a muchos y cargará sobre sí las faltas de ellos. |
Por eso le daré una parte entre los grandes y él repartirá el botín junto con los poderosos. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los culpables, siendo así que llevaba el pecado de muchos e intercedía en favor de los culpables. |
Salmo 31(30),2.6.12-13.15-16.17.25.
Yo me refugio en ti, Señor, |
¡que nunca me vea defraudado! |
Líbrame, por tu justicia; |
Yo pongo mi vida en tus manos: |
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tú me rescatarás, Señor, Dios fiel. |
Soy la burla de todos mis enemigos |
y la irrisión de mis propios vecinos; |
para mis amigos soy motivo de espanto, |
los que me ven por la calle huyen de mí. |
Como un muerto, he caído en el olvido, |
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me he convertido en una cosa inútil. |
Pero yo confío en ti, Señor, |
y te digo: «Tú eres mi Dios, |
mi destino está en tus manos.» |
Líbrame del poder de mis enemigos |
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y de aquellos que me persiguen. |
Que brille tu rostro sobre tu servidor, |
sálvame por tu misericordia. |
Sean fuertes y valerosos, |
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todos los que esperan en el Señor. |
Carta a los Hebreos 4,14-16.5,7-9.
Y ya que tenemos en Jesús, el Hijo de Dios, un Sumo Sacerdote insigne que penetró en el cielo, permanezcamos firmes en la confesión de nuestra fe. |
Porque no tenemos un Sumo Sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades; al contrario él fue sometido a las mismas pruebas que nosotros, a excepción del pecado. |
Vayamos, entonces, confiadamente al trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y alcanzar la gracia de un auxilio oportuno. |
El dirigió durante su vida terrena súplicas y plegarias, con fuertes gritos y lágrimas, a aquel que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su humilde sumisión. |
Y, aunque era Hijo de Dios, aprendió por medio de sus propios sufrimientos qué significa obedecer. |
De este modo, él alcanzó la perfección y llegó a ser causa de salvación eterna para todos los que le obedecen, |
Evangelio según San Juan 18,1-40.19,1-42.
Jesús fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón. Había en ese lugar una huerta y allí entró con ellos. |
Judas, el traidor, también conocía el lugar porque Jesús y sus discípulos se reunían allí con frecuencia. |
Entonces Judas, al frente de un destacamento de soldados y de los guardias designados por los sumos sacerdotes y los fariseos, llegó allí con faroles, antorchas y armas. |
Jesús, sabiendo todo lo que le iba a suceder, se adelantó y les preguntó: "¿A quién buscan?". |
Le respondieron: "A Jesús, el Nazareno". El les dijo: "Soy yo". Judas, el que lo entregaba, estaba con ellos. |
Cuando Jesús les dijo: "Soy yo", ellos retrocedieron y cayeron en tierra. |
Les preguntó nuevamente: "¿A quién buscan?". Le dijeron: "A Jesús, el Nazareno". |
Jesús repitió: "Ya les dije que soy yo. Si es a mí a quien buscan, dejEn que estos se vayan". |
Así debía cumplirse la palabra que él había dicho: "No he perdido a ninguno de los que me confiaste". |
Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha. El servidor se llamaba Malco. |
Jesús dijo a Simón Pedro: "Envaina tu espada. ¿ Acaso no beberé el cáliz que me ha dado el Padre?". |
El destacamento de soldados, con el tribuno y los guardias judíos, se apoderaron de Jesús y lo ataron. |
Lo llevaron primero ante Anás, porque era suegro de Caifás, Sumo Sacerdote aquel año. |
Caifás era el que había aconsejado a los judíos: "Es preferible que un solo hombre muera por el pueblo". |
Entre tanto, Simón Pedro, acompañado de otro discípulo, seguía a Jesús. Este discípulo, que era conocido del Sumo Sacerdote, entró con Jesús en el patio del Pontífice, |
mientras Pedro permanecía afuera, en la puerta. El otro discípulo, el que era conocido del Sumo Sacerdote, salió, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. |
La portera dijo entonces a Pedro: "¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?". El le respondió: "No lo soy". |
Los servidores y los guardias se calentaban junto al fuego, que habían encendido porque hacía frío. Pedro también estaba con ellos, junto al fuego. |
El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su enseñanza. |
Jesús le respondió: "He hablado abiertamente al mundo; siempre enseñé en la sinagoga y en el Templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada en secreto. |
¿Por qué me interrogas a mí? Pregunta a los que me han oído qué les enseñé. Ellos saben bien lo que he dicho". |
Apenas Jesús dijo esto, uno de los guardias allí presentes le dio una bofetada, diciéndole: "¿Así respondes al Sumo Sacerdote?". |
Jesús le respondió: "Si he hablado mal, muestra en qué ha sido; pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?". |
Entonces Anás lo envió atado ante el Sumo Sacerdote Caifás. |
Simón Pedro permanecía junto al fuego. Los que estaban con él le dijeron: "¿No eres tú también uno de sus discípulos?". El lo negó y dijo: "No lo soy". |
Uno de los servidores del Sumo Sacerdote, pariente de aquel al que Pedro había cortado la oreja, insistió: "¿Acaso no te vi con él en la huerta?". |
Pedro volvió a negarlo, y en seguida cantó el gallo. |
Desde la casa de Caifás llevaron a Jesús al pretorio. Era de madrugada. Pero ellos no entraron en el pretorio, para no contaminarse y poder así participar en la comida de Pascua. |
Pilato salió a donde estaban ellos y les preguntó: "¿Qué acusación traen contra este hombre?". Ellos respondieron: |
"Si no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos entregado". |
Pilato les dijo: "Tómenlo y júzguenlo ustedes mismos, según la Ley que tienen". Los judíos le dijeron: "A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie". |
Así debía cumplirse lo que había dicho Jesús cuando indicó cómo iba a morir. |
Pilato volvió a entrar en el pretorio, llamó a Jesús y le preguntó: "¿Eres tú el rey de los judíos?". |
Jesús le respondió: "¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?". |
Pilato replicó: "¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho?". |
Jesús respondió: "Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí". |
Pilato le dijo: "¿Entonces tú eres rey?". Jesús respondió: "Tú lo dices: yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz". |
Pilato le preguntó: "¿Qué es la verdad?". Al decir esto, salió nuevamente a donde estaban los judíos y les dijo: "Yo no encuentro en él ningún motivo para condenarlo. |
Y ya que ustedes tienen la costumbre de que ponga en libertad a alguien, en ocasión de la Pascua, ¿quieren que suelte al rey de los judíos?". |
Ellos comenzaron a gritar, diciendo: "¡A él no, a Barrabás!". Barrabás era un bandido. |
Pilato mandó entonces azotar a Jesús. |
Los soldados tejieron una corona de espinas y se la pusieron sobre la cabeza. Lo revistieron con un manto rojo, |
y acercándose, le decían: "¡Salud, rey de los judíos!", y lo abofeteaban. |
Pilato volvió a salir y les dijo: "Miren, lo traigo afuera para que sepan que no encuentro en él ningún motivo de condena". |
Jesús salió, llevando la corona de espinas y el manto rojo. Pilato les dijo: "¡Aquí tienen al hombre!". |
Cuando los sumos sacerdotes y los guardias lo vieron, gritaron: "¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!". Pilato les dijo: "Tómenlo ustedes y crucifíquenlo. Yo no encuentro en él ningún motivo para condenarlo". |
Los judíos respondieron: "Nosotros tenemos una Ley, y según esa Ley debe morir porque él pretende ser Hijo de Dios". |
Al oír estas palabras, Pilato se alarmó más todavía. |
Volvió a entrar en el pretorio y preguntó a Jesús: "¿De dónde eres tú?". Pero Jesús no le respondió nada. |
Pilato le dijo: "¿No quieres hablarme? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y también para crucificarte?". |
Jesús le respondió: " Tú no tendrías sobre mí ninguna autoridad, si no la hubieras recibido de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti ha cometido un pecado más grave". |
Desde ese momento, Pilato trataba de ponerlo en libertad. Pero los judíos gritaban: "Si lo sueltas, no eres amigo del César, porque el que se hace rey se opone al César". |
Al oír esto, Pilato sacó afuera a Jesús y lo hizo sentar sobre un estrado, en el lugar llamado "el Empedrado", en hebreo, "Gábata". |
Era el día de la Preparación de la Pascua, alrededor del mediodía. Pilato dijo a los judíos: "Aquí tienen a su rey". |
Ellos vociferaban: "¡Que muera! ¡Que muera! ¡Crucifícalo!". Pilato les dijo: "¿Voy a crucificar a su rey?". Los sumos sacerdotes respondieron: "No tenemos otro rey que el César". |
Entonces Pilato se lo entregó para que lo crucificaran, y ellos se lo llevaron. |
Jesús, cargando sobre sí la cruz, salió de la ciudad para dirigirse al lugar llamado "del Cráneo", en hebreo "Gólgota". |
Allí lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado y Jesús en el medio. |
Pilato redactó una inscripción que decía: "Jesús el Nazareno, rey de los judíos", y la hizo poner sobre la cruz. |
Muchos judíos leyeron esta inscripción, porque el lugar donde Jesús fue crucificado quedaba cerca de la ciudad y la inscripción estaba en hebreo, latín y griego. |
Los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: "No escribas: 'El rey de los judíos', sino: 'Este ha dicho: Yo soy el rey de los judíos'. |
Pilato respondió: "Lo escrito, escrito está". |
Después que los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus vestiduras y las dividieron en cuatro partes, una para cada uno. Tomaron también la túnica, y como no tenía costura, porque estaba hecha de una sola pieza de arriba abajo, |
se dijeron entre sí: "No la rompamos. Vamos a sortearla, para ver a quién le toca". Así se cumplió la Escritura que dice: Se repartieron mis vestiduras y sortearon mi túnica. Esto fue lo que hicieron los soldados. |
Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. |
Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: "Mujer, aquí tienes a tu hijo". |
Luego dijo al discípulo: "Aquí tienes a tu madre". Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa. |
Después, sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la Escritura se cumpliera hasta el final, Jesús dijo: Tengo sed. |
Había allí un recipiente lleno de vinagre; empaparon en él una esponja, la ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca. |
Después de beber el vinagre, dijo Jesús: "Todo se ha cumplido". E inclinando la cabeza, entregó su espíritu. |
Era el día de la Preparación de la Pascua. Los judíos pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas de los crucificados y mandara retirar sus cuerpos, para que no quedaran en la cruz durante el sábado, porque ese sábado era muy solemne. |
Los soldados fueron y quebraron las piernas a los dos que habían sido crucificados con Jesús. |
Cuando llegaron a él, al ver que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas, |
sino que uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua. |
El que vio esto lo atestigua: su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. |
Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice: No le quebrarán ninguno de sus huesos. |
Y otro pasaje de la Escritura, dice: Verán al que ellos mismos traspasaron. |
Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús -pero secretamente, por temor a los judíos- pidió autorización a Pilato para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se la concedió, y él fue a retirarlo. |
Fue también Nicodemo, el mismo que anteriormente había ido a verlo de noche, y trajo una mezcla de mirra y áloe, que pesaba unos treinta kilos. |
Tomaron entonces el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con vendas, agregándole la mezcla de perfumes, según la costumbre de sepultar que tienen los judíos. |
En el lugar donde lo crucificaron había una huerta y en ella, una tumba nueva, en la que todavía nadie había sido sepultado. |
Como era para los judíos el día de la Preparación y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús. |
La Pasión
1) Lo que te motiva: a Jesús le motivó la salvación de las almas y que todos puedan llegar al cielo, es por ello que se la jugó y la luchó. Hoy plantéate vos qué es lo que te motiva y te mueve a vivir, porque es ello lo que te dará vida incluso cuando otros quieran matarte y complicártela. Vos tenés un Vía Crucis que es tu propia vida, pero es ahí donde más fuerza te da lo que te motiva a hacer las cosas.
2) Las caídas: saber que Jesús cayó me motiva a comprender que yo también debo luchar por levantarme, porque todos caemos en esta vida y la misma vida nos pesa. Pero hoy es tu oportunidad de ver que toda caída implica una lucha de levantarse. ¡Tenés que levantarte! porque hay camino todavía y aun hoy muchos tienen esperanza en vos.
3) Abandono: es lo que siente Jesús, de sus pares que lo dejan solo y el silencio de Dios. Ese silencio que pesa y golpea en uno. Ese silencio que a vos y a mi nos costará y la deberemos de luchar.
Hoy sentimos el silencio de Dios, pero déjate calmar para que en el silencio interior te hable.
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Escribió un muchacho en su diario...
Mi novia dice que me deja porque soy un inmaduro. Pero yo no me quedé así. Respiré profundo, fui a su casa, toqué el timbre... ¡y salí corriendo! ¡Nunca supieron quién había timbrado!
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Así pues, esforzaros por reuniros frecuentemente para la Acción de Gracias (Eucaristía) y gloria de Dios. Pues cuando os reunís con frecuencia, las fuerzas de Satanás son destruidas, y su ruina (la que prepara para otros) se deshace por la concordia de vuestra fe.
San Ignacio de Antioquía
A los esmirniotas, 8,1-2 FuP 1,177
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