ORACION
PARA CUARESMA
¡Oh
Jesús! ¡Rey de los siglos y santificador de los tiempos, te adoro
como Autor y Guía del santo tiempo de la Cuaresma, y como principio
de toda la santidad que de él se deriva!, Adoro, ¡Oh Dios mío!
todos tus deseos sobre tu iglesia y sobre mi propia persona, en
particular para este tiempo de Gracia y de bendición excepcional, y
el que sin duda quieres, ¡Oh Salvador mío! otórgame algunas
Gracias particulares siempre y cuando no me oponga yo a ello con mi
habitual dejadez y pereza. No lo permitas, te lo ruego de todo
corazón, antes, por el contrario, destruye en mí cuanto pueda
oponerse a tu Divino querer, y concédeme la Gracia de cumplir en
todo tu Voluntad adorable.
De
mi parte declaro, ¡oh mi Señor y mi Dios! que con todas las fuerzas
de mi alma detesto todos mis pecados, para amarte sola y
exclusivamente a Ti, y que renuncio a mi amor propio, a mi propia
voluntad, y a cuanto aún en mí pertenezca del viejo Adán,
responsable de mis vicios y miserias, para darme a Ti, a fin de hacer
y soportar cuanto sea de tu agrado en toda mi vida, y especialmente
durante el tiempo de esta Santa Cuaresma.
¡Oh
Dios mío!, quiero considerar y emplear
esta
Cuaresma como si fuera la última de mi vida,
a
este fin, te dedico y consagro todas las buenas obras y ejercicios
que en ella he de hacer, declarándote que no quiero de ninguna
manera hacer, decir, ni pensar nada que no redunde en tu Gloria, y
que deseo cumplir todas mis obligaciones con la mayor perfección
posible, con el auxilio de tu Gracia que de todo corazón te pido.
¡Oh
mi Jesús, deseo pasar esta Cuaresma Contigo y con tu Madre
Santísima, y en la forma en que Tú y Ella la pasaron, mediante tu
Gracia. Ustedes la pasaron en la soledad y alejamiento de toda humana
compañía, y del superficial trato de los hombres. Tú, ¡oh Jesús
mío! renunciaste aún a la dulce conversación de tu querida Madre,
viviendo en perpetuo silencio, en continua Oración, y entregado a
rigurosa penitencia, ayunando, durmiendo en el duro suelo del
desierto, y soportando toda clase de mortificaciones exteriores e
interiores. En todo ello te adoro Dios mío, como también en tus
santas disposiciones espirituales, y me doy a Ti para acompañarte e
imitarte en todo según tu deseo.
Quiero
contigo y por amor a Ti, amar la soledad, el silencio, la Oración, y
la penitencia; dame la Gracia, si tal es Tu Voluntad, de dejar de
lado toda conversación superficial e inútil, y de renunciar a toda
palabra mala o simplemente ociosa, y de tener toda mi alegría en
conversar Contigo en la Oración, y de hacer todas mis acciones en
espíritu de Oración y de recogimiento, y de sufrir por amor tuyo
alguna penitencia o mortificación.
¡Oh
Salvador mío!, te ofrezco las abstinencias y ayunos de esta
Cuaresma, unidos a los de tu santa Iglesia, y a los de todos tus
santos, y a los de tu queridísima Madre, en honor y unión de tus
ayunos y penitencias, en satisfacción de nuestros pecados, y para
que se cumpla tu Divina Voluntad en tu Iglesia y en mi propia persona
de una manera especial.
¡Oh
Madre de Jesús!, me ofrezco a Ti, hazme partícipe de las
disposiciones santas con que Tú misma pasaste esa Cuaresma
memorable. ¡San José, ángeles, santos y santas de Jesús! rueguen
por nosotros, y alcáncennos, se los pido, la Gracia de pasar todo
este tiempo santo, así como todo el restante de mi vida, en el
servicio de mi Dios, según su Santa Voluntad. Amén.
(Autor: San Juan Eudes)
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