«Mi Carne es verdadera comida, y Mi Sangre verdadera bebida; el que come Mi Carne, y bebe Mi Sangre, en Mí mora, y Yo en él.» (Jn 6, 56-57)
LETANÍA DE LA SANGRE DE CRISTO
Señor
Jesucristo, que con tu Sangre limpias el pecado del mundo y
nos mereces la salvación. ¡Sálvanos ahora y siempre!
-Señor, ten Misericordia.
-Cristo, ten Misericordia.
-Señor, ten Misericordia.
-Cristo, óyenos.
-Cristo, escúchanos.
-Dios, Padre Celestial, ten Misericordia.
-Dios, Hijo Redentor del mundo, ten Misericordia.
-Dios, Espíritu Santo, ten Misericordia.
-Trinidad Santa, que eres un sólo Dios, ten Misericordia.
Luego de cada invocación se dice: RESCÁTANOS
-Señor, ten Misericordia.
-Cristo, ten Misericordia.
-Señor, ten Misericordia.
-Cristo, óyenos.
-Cristo, escúchanos.
-Dios, Padre Celestial, ten Misericordia.
-Dios, Hijo Redentor del mundo, ten Misericordia.
-Dios, Espíritu Santo, ten Misericordia.
-Trinidad Santa, que eres un sólo Dios, ten Misericordia.
Luego de cada invocación se dice: RESCÁTANOS
-Sangre de Cristo, Hijo Unigénito del Eterno Padre.
-Sangre de Cristo, del Verbo de Dios hecho Hombre.
-Sangre de Cristo, de la Nueva y Eterna Alianza.
-Sangre de Cristo, caída en la tierra durante la Agonía del Huerto.
-Sangre de Cristo, que corrió abundante durante la flagelación.
-Sangre de Cristo, vertida de la Cabeza en la coronación de espinas.
-Sangre de Cristo, derramada en la Cruz.
-Sangre de Cristo, precio de nuestra salvación.
-Sangre de Cristo, con la cual hay redención de los pecados.
-Sangre de Cristo, bebida nuestra en la Eucaristía y baño de las almas.
-Manantial de Misericordia
-Río de Misericordia
-Lago de Misericordia
-Catarata de Misericordia
-Mar de Misericordia
-Océano de Misericordia
-Sangre de Cristo, victoria sobre el demonio.
-Sangre de Cristo, fuerza de los mártires.
-Sangre de Cristo, vigor de los confesores de la fe.
-Sangre de Cristo, que engendra vírgenes.
-Sangre de Cristo, fortaleza de los que peligran.
-Sangre de Cristo, alivio de los que sufren.
-Sangre de Cristo, consuelo en la aflicción.
-Sangre de Cristo, esperanza del pecador.
-Sangre de Cristo, seguridad de los moribundos.
-Sangre de Cristo, paz y delicia de los corazones.
-Sangre de Cristo, prenda de la vida eterna.
-Sangre de Cristo, liberación de las almas del purgatorio.
-Sangre de Cristo, digna de toda gloria y honor.
-Sangre de Cristo, del Verbo de Dios hecho Hombre.
-Sangre de Cristo, de la Nueva y Eterna Alianza.
-Sangre de Cristo, caída en la tierra durante la Agonía del Huerto.
-Sangre de Cristo, que corrió abundante durante la flagelación.
-Sangre de Cristo, vertida de la Cabeza en la coronación de espinas.
-Sangre de Cristo, derramada en la Cruz.
-Sangre de Cristo, precio de nuestra salvación.
-Sangre de Cristo, con la cual hay redención de los pecados.
-Sangre de Cristo, bebida nuestra en la Eucaristía y baño de las almas.
-Manantial de Misericordia
-Río de Misericordia
-Lago de Misericordia
-Catarata de Misericordia
-Mar de Misericordia
-Océano de Misericordia
-Sangre de Cristo, victoria sobre el demonio.
-Sangre de Cristo, fuerza de los mártires.
-Sangre de Cristo, vigor de los confesores de la fe.
-Sangre de Cristo, que engendra vírgenes.
-Sangre de Cristo, fortaleza de los que peligran.
-Sangre de Cristo, alivio de los que sufren.
-Sangre de Cristo, consuelo en la aflicción.
-Sangre de Cristo, esperanza del pecador.
-Sangre de Cristo, seguridad de los moribundos.
-Sangre de Cristo, paz y delicia de los corazones.
-Sangre de Cristo, prenda de la vida eterna.
-Sangre de Cristo, liberación de las almas del purgatorio.
-Sangre de Cristo, digna de toda gloria y honor.
Nos
has redimido, Señor, con tu Sangre.
Y has hecho de nosotros un Reino para nuestro Dios
Omnipotente y Sempiterno Dios, que constituiste a Tu Unigénito Hijo Redentor del mundo y quisiste perdonarnos a través de Su Sangre; te suplicamos nos concedas que de tal modo veneremos el precio de nuestra Redención, que por su virtud seamos preservados en la tierra de los males de la vida presente, para que gocemos en el Cielo de su fruto eterno. Por el mismo Cristo Nuestro Señor. Amén.
Y has hecho de nosotros un Reino para nuestro Dios
Omnipotente y Sempiterno Dios, que constituiste a Tu Unigénito Hijo Redentor del mundo y quisiste perdonarnos a través de Su Sangre; te suplicamos nos concedas que de tal modo veneremos el precio de nuestra Redención, que por su virtud seamos preservados en la tierra de los males de la vida presente, para que gocemos en el Cielo de su fruto eterno. Por el mismo Cristo Nuestro Señor. Amén.
"...Hemos llegado al último
Domingo de junio, mes dedicado al Sagrado Corazón de
Jesús, mientras que en julio la Iglesia expresa con
particular intensidad la devoción a la Preciosísima
Sangre de Cristo. Con estas celebraciones
espirituales, la tradición invita a fijar la mirada de
la fe en el misterio del Amor de Dios, que se ha
revelado en la Encarnación del Hijo. A los hombres y a
las mujeres de hoy, que, sumergidos en un mundo
secularizado, corren el riesgo de perder el centro de
gravedad de su propia existencia, Cristo les ofrece su
Corazón humano y divino, fuente de reconciliación y
principio de vida nueva en el Espíritu Santo..."
(Venerable
Siervo de Dios Juan Pablo II . Ángelus. Domingo 28 de junio de 1998)
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"Empieza hoy el mes de julio, que la
tradición popular dedica a la contemplación
de la Preciosísima Sangre de
Cristo, misterio insondable de
Amor y Misericordia. En la liturgia de hoy,
el apóstol San Pablo afirma en la Carta a
los Gálatas que "para ser libres nos libertó
Cristo" (Ga 5, 1) Esta libertad tiene un
precio muy alto: la Vida, la Sangre del
Redentor. ¡Sí! La Sangre de Cristo es el
precio que Dios pagó para librar a la
humanidad de la esclavitud del pecado y de
la muerte. La Sangre de Cristo es la prueba
irrefutable del Amor del Padre Celestial a
todo hombre, sin excluir a nadie.
Todo esto lo subrayó muy bien el beato Juan XXIII, devoto de la Sangre del Señor desde su infancia, cuando en su hogar oía rezar sus letanías especiales. Elegido Papa, escribió una Carta Apostólica para promover su culto (Inde a primis, 30 de junio de 1960), invitando a los fieles a meditar en el valor infinito de esa Sangre, de la que "una sola gota puede salvar a todo el mundo de cualquier culpa" (Himno Adoro Te Devote). (Venerable Siervo de Dios Juan Pablo II. Ángelus. Domingo 1 de julio de 2001)
Todo esto lo subrayó muy bien el beato Juan XXIII, devoto de la Sangre del Señor desde su infancia, cuando en su hogar oía rezar sus letanías especiales. Elegido Papa, escribió una Carta Apostólica para promover su culto (Inde a primis, 30 de junio de 1960), invitando a los fieles a meditar en el valor infinito de esa Sangre, de la que "una sola gota puede salvar a todo el mundo de cualquier culpa" (Himno Adoro Te Devote). (Venerable Siervo de Dios Juan Pablo II. Ángelus. Domingo 1 de julio de 2001)
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Las figuras
del Antiguo Testamento referidas a la sangre y a su
valor salvífico se han realizado de modo perfecto en
Cristo, sobre todo en su Pascua de Muerte y
Resurrección. Por esto el misterio de la Sangre de
Cristo ocupa un puesto central en la fe y en la
salvación. Con el
misterio de la
Preciosísima
Sangre de Cristo se relacionan o
remiten al mismo:
-El
acontecimiento de la Encarnación del Verbo (cfr. Jn
1,14) y el rito de incorporación del recién nacido
Jesús al pueblo de la Antigua Alianza, mediante su Circuncisión (cfr. Lc 2,21);
-La figura
bíblica del Cordero, con una multitud de aspectos e
implicaciones: "Cordero de Dios, que quita el pecado
del mundo" (Jn 1,29.36); en la que confluye la imagen
del "Siervo sufriente" de Isaías 53, que carga sobre
Sí los sufrimientos y el pecado de la humanidad (cfr.
Is 53,4-5); "Cordero pascual" (cfr. Ex 12,1; Jn
12,36), símbolo de la redención de Israel (cfr. Hech
8,31-35; 1 Cor 5,7; 1 Pe 1,18-20);
-El "Cáliz de
la Pasión", del que habla Jesús, aludiendo a su
inminente muerte redentora, cuando pregunta a los
hijos de Zebedeo: "¿Podéis beber el cáliz que
Yo voy a
beber?" (Mt 20,22; cfr. Mc 10,38) y el Cáliz de la
Agonía del huerto de los olivos (cfr. Lc 22,42-43),
acompañado del sudor de Sangre (cfr. Lc 22,44);
-El Cáliz
Eucarístico, que en el signo del vino contiene la
Sangre de la Alianza nueva y eterna, derramada por la
remisión de los pecados, y es memorial de la Pascua
del Señor (cfr. 1 Cor 11,25) y bebida de salvación,
conforme a las palabras del Maestro: "el que come
Mi
Carne y bebe Mi Sangre tiene vida eterna y Yo le
resucitaré en el último día" (Jn 6,54);
-El
acontecimiento de la muerte, porque mediante la Sangre
derramada en la Cruz, Cristo puso paz entre el Cielo y la
tierra (cfr. Col 1,20);
-El golpe de
la lanza que atravesó el Cuerpo de Cristo, de cuyo
Costado abierto brotaron Sangre y Agua (cfr. Jn
19,34), testimonio de la Redención realizada, signo de
la vida sacramental de la Iglesia –Agua y Sangre,
Bautismo y Eucaristía-, símbolo de la Iglesia nacida
de Cristo dormido en la Cruz.
Con el
misterio de la Preciosísima
Sangre de Cristo se relacionan, de modo
particular, los títulos de Redentor,
porque
Cristo con su Sangre inocente y preciosa nos ha
rescatado de la antigua esclavitud (cfr. 1 Pe 1,19) y
nos "limpia de todo pecado" (1 Jn 1,7); de sumo
Sacerdote de los "bienes futuros", porque Cristo
"no con sangre de machos cabríos y becerros, sino con
su propia Sangre entró una vez para siempre en el
santuario, obteniéndonos la redención eterna" (Heb
9,11-12); de Testigo fiel (cfr. Ap 1,5) que
hace justicia a la sangre de los mártires (cfr. Ap
6,10), que "fueron inmolados por la Palabra de Dios y
por el testimonio que dieron de la misma" (Ap 6,9); de
Rey, el cual, Dios, "reina desde el madero",
adornado con la púrpura de su propia Sangre; de
Esposo y Cordero de Dios, en cuya Sangre
han lavado sus vestiduras los miembros de la comunidad
eclesial –la Esposa–(cfr. Ap 7,14; Ef 5,25-27).
La
extraordinaria importancia de la Sangre de Cristo ha
hecho que su memoria tenga un lugar central y esencial
en la celebración del misterio del culto: ante todo en
el centro mismo de la Asamblea Eucarística, en la que
la Iglesia eleva a Dios Padre, en acción de gracias,
el "cáliz de la bendición" (1 Cor 10,16) y lo ofrece a
los fieles como Sacramento de verdadera y real
"comunión con la Sangre de Cristo" (1 Cor 10,16), y
también en el curso del Año Litúrgico.
La Iglesia
conmemora el misterio de la
Preciosísima Sangre
de Cristo, no sólo en la
Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Señor,
sino también en otras muchas celebraciones, de manera
que la memoria cultual de la Sangre que nos ha
rescatado (cfr. 1 Pe 1,18) está presente durante todo
el Año. En el Triduo Pascual, el
valor y la eficacia redentora de la Sangre de Cristo
son objeto de memoria y adoración constante. En el Viernes Santo, durante la adoración de la Cruz,
y en el día de Pascua. La fiesta de la Preciosísima Sangre de Cristo se celebra el 1
de Julio.
La veneración
de la Sangre de Cristo ha pasado del culto litúrgico a
la piedad popular, en la que tiene un amplio espacio y
numerosas expresiones. Entre éstas hay que recordar:
-La Corona
de la
Preciosísima Sangre de Cristo, en la que con
lecturas bíblicas y oraciones son objeto de meditación
piadosa "Siete efusiones de Sangre" de Cristo,
explícita o implícitamente recordadas en los
Evangelios: la Sangre derramada en la Circuncisión, en
el Huerto de los Olivos, en la Flagelación, en la
Coronación de espinas, en la subida al Monte Calvario,
en la Crucifixión, en el golpe de la lanza;
-Las
Letanías de la Sangre de Cristo: el formulario
actual, aprobado por el Papa Juan XXIII el 24 de
Febrero de 1960, se despliega desde un argumento en el
que la línea histórico-salvífica es claramente visible
y las referencias a pasajes bíblicos son numerosas;
-La Hora
de adoración a la
Preciosísima Sangre de Cristo, que
adquiere una gran variedad de formas, pero con un
único objetivo: la alabanza y la adoración de la
Sangre de Cristo presente en la Eucaristía, el
agradecimiento por los dones de la Redención, la
intercesión para alcanzar misericordia y perdón, la
ofrenda de la Sangre Preciosa por el bien de la
Iglesia;
-El Vía
Sanguinis: un ejercicio de piedad reciente que,
por motivos antropológicos y culturales, ha tenido su
origen en África, donde hoy está particularmente
extendido entre las comunidades cristianas. En el
Vía Sanguinis los fieles, avanzando de un lugar a
otro como en el Vía Crucis, reviven los
diversos momentos en los que el Señor Jesús derramó su
Sangre por nuestra salvación.
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