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El valor del silencio |
1.- El silencio es parte integrante de la comunicación y sin él no existen palabras con densidad de contenido.
2.- En el silencio escuchamos y nos conocemos mejor a nosotros
mismos; nace y se profundiza el pensamiento, comprendemos con mayor
claridad lo que queremos decir o lo que esperamos del otro; elegimos
cómo expresarnos.
3.- Callando se permite hablar a la persona que tenemos delante,
expresarse a sí misma; y a nosotros no permanecer aferrados sólo a
nuestras palabras o ideas, sin una oportuna ponderación.
4.- Se abre así un espacio de escucha recíproca y se hace posible una relación humana más plena.
5.- En el silencio, por ejemplo, se acogen los momentos más
auténticos de la comunicación entre los que se aman: la gestualidad, la
expresión del rostro, el cuerpo como signos que manifiestan la persona.
6.- En el silencio hablan la alegría, las preocupaciones, el
sufrimiento, que precisamente en él encuentran una forma de expresión
particularmente intensa.
7.- Del silencio, por tanto, brota una comunicación más exigente
todavía, que evoca la sensibilidad y la capacidad de escucha que a
menudo desvela la medida y la naturaleza de las relaciones.
8.- Allí donde los mensajes y la información son abundantes, el
silencio se hace esencial para discernir lo que es importante de lo que
es inútil y superficial.
9.- Una profunda reflexión nos ayuda a descubrir la relación
existente entre situaciones que a primera vista parecen desconectadas
entre sí, a valorar y analizar los mensajes; esto hace que se puedan
compartir opiniones sopesadas y pertinentes, originando un auténtico
conocimiento compartido.
10.- El silencio es precioso para favorecer el necesario
discernimiento entre los numerosos estímulos y respuestas que recibimos,
para reconocer e identificar asimismo las preguntas verdaderamente
importantes.
11.- El silencio que, a veces, puede ser más elocuente que una
respuesta apresurada y que permite a quien se interroga entrar en lo más
recóndito de sí mismo y abrirse al camino de respuesta que Dios ha
escrito en el corazón humano.
12.- No sorprende que en las distintas tradiciones religiosas, la
soledad y el silencio sean espacios privilegiados para ayudar a las
personas a reencontrarse consigo mismas y con la Verdad que da sentido a
todas las cosas.
13.- El Dios de la revelación bíblica habla también sin palabras:
“Como pone de manifiesto la cruz de Cristo, Dios habla por medio de su
silencio. El silencio de Dios, la experiencia de la lejanía del
Omnipotente y Padre, es una etapa decisiva en el camino terreno del Hijo
de Dios, Palabra encarnada…
14.- El silencio de Dios prolonga sus palabras precedentes. En esos
momentos de oscuridad, habla en el misterio de su silencio” (Exhort. ap.
Verbum Domini, 21). En el silencio de la cruz habla la elocuencia del
amor de Dios vivido hasta el don supremo. Después de la muerte de
Cristo, la tierra permanece en silencio y en el Sábado Santo, cuando “el
Rey está durmiendo y el Dios hecho hombre despierta a los que dormían
desde hace siglos” (cf. Oficio de Lecturas del Sábado Santo), resuena la
voz de Dios colmada de amor por la humanidad.
15.- Si Dios habla al hombre también en el silencio, el hombre
igualmente descubre en el silencio la posibilidad de hablar con Dios y
de Dios. “Necesitamos el silencio que se transforma en contemplación,
que nos hace entrar en el silencio de Dios y así nos permite llegar al
punto donde nace la Palabra, la Palabra redentora”.
16.- La contemplación silenciosa nos sumerge en la fuente del Amor,
que nos conduce hacia nuestro prójimo, para sentir su dolor y ofrecer la
luz de Cristo, su Mensaje de vida, su don de amor total que salva.
17.- En la contemplación silenciosa emerge asimismo, todavía más
fuerte, aquella Palabra eterna por medio de la cual se hizo el mundo, y
se percibe aquel designio de salvación que Dios realiza a través de
palabras y gestos en toda la historia de la humanidad.
18.- La pregunta fundamental sobre el sentido del hombre encuentra en
el Misterio de Cristo la respuesta capaz de dar paz a la inquietud del
corazón humano. Es de este Misterio de donde nace la misión de la
Iglesia, y es este Misterio el que impulsa a los cristianos a ser
mensajeros de esperanza y de salvación, testigos de aquel amor que
promueve la dignidad del hombre y que construye la justicia y la paz.
19.- Palabra y silencio. Aprender a comunicar quiere decir aprender a
escuchar, a contemplar, además de hablar, y esto es especialmente
importante para los agentes de la evangelización.
20.- Silencio y palabra son elementos esenciales e integrantes de la
acción comunicativa de la Iglesia, para un renovado anuncio de Cristo en
el mundo contemporáneo
FUENTE CATHOLIC NET
COPIA Y PEGA DESDE ESTE BLOG:
http://parroquiaguadalupe.wordpress.com/2012/01/27/el-valor-del-silencio/
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