viernes, 24 de mayo de 2024

*PENTECOSTÉS: LA GRATUIDAD DEL AMOR DE DIOS*

*PENTECOSTÉS: LA GRATUIDAD DEL AMOR DE DIOS*  



 Pentecostés es el regalo desinteresado, amplio, generoso, incomprensible para la razón, Inmenso, ilimitado, omnipotente y gratuito que desciende a nuestra pequeñez para engrandecerla, ique entra en el corazón del hombre para salvarlo, sanario, iluminario, ampliario y divinizarlo! Es el Viento fuerte, ciclónico (Hechos 2,2) que viene a desmontar nuestras murallas, romper los barrotes que nos apresan e inmovilizan, que nos asustan y amordazan. Barrotes que nos paralizan y nos inutilizan para dejarnos inmóviles, inservibles y discapacitados para actuar y para caminar. 

 Es el soplo limpio y también la brisa suave (Primera de Reyes, 19-12) que nos saca de nuestras contaminaciones, purifica nuestra atmésfera y nos hace respirar profundamente y libremente. Es el perfume delicado y exquisito (2a. Corintios, 2-15) que se va expandiendo por nuestras podredumbres y malos olores y va transformando nuestros tóxicos en aromas suaves y atrayentes que inundan nuestro ser. 

 Es la vida en plenitud que tanto deseamos, necesitamos y buscamos. La vida que rompe las losas frías de nuestros mausoleos, es la vida que nos da la auténtica felicidad y evolución verdadera. Es Dios, el Señor, su amor ilimitado que nos saca de nuestros pozos profundos y oscuros, sin agua ni alimento. 

 Pentecostés es el amor gratuito de Dios que lo único que le interesa es salvar al hombre de sus mentiras y engaños, de su egocentrismo y perímetros, de su insensibilidad y mortal materialismo, de sus abismos, pánicos, aburrimientos y acartonamientos, de su inmovilismo, o sea, de su agonía y su muerte.  

Pentecostés es el regalo del amor de Dios, siempre abierto, generoso y misericordioso. Se abre al hombre, desciende a su nada para hacer una nueva creación (Juan 3,3) (Apc. 21,5), perfecta, gloriosa, con vida a borbotones que desborda, salpica e inunda a todo aquel que la desea, que la anhela. 

 Pentecostés es cuando Dios comparte su divinidad con los mortales que en su corazón la buscan. 

 El amor no se puede comprar, no se puede preparar, no se puede estudiar, no se puede analizar, ni dirigir, en una palabra, no se puede manipular... el amor es el amor, viene del que es amor, del único, del verdadero, es la esencia de todo, es el origen de todo. Es fuente generosa, inacabable, ilimitada, grandiosa, omnipotente. Es la cascada que salta hasta la eternidad (Juan 4, 14) Es el agua de la vida que se le da al sediento que necesita y pide (Juan 7, 38), lo confirma Jesus "El que tenga sed, que venga a mí. Pues el que cree en mi tendrá de beber y de su seno brotaran ríos de agua viva" Todo es muy sencillo en su origen, pero muy complicado de entender para la enredada mente humana. 

 El amor es Dios, el amor es el Espíritu Creador, es la encarnación humana de ese amor generoso y misericordioso en la persona de Jesus. Solo se puede conocer desde un corazón necesitado y sencillo que clama ayuda, solo se puede saborear y vivir desde ese corazón abierto que lo deja entrar y actuar. 

El amor es el Espíritu de la vida que nos tejió en el vientre materno, el amor esta antes y desde ese momento en cada uno de nosotros pues es fiel más allá de la muerte, es el aliento, el sello que nos ha marcado y grabado en el bautismo para caminar y proteger en el trayecto que realizamos, es el enorme potencial que tenemos en nosotros para conocer y vivir la auténtica felicidad y realizar nuestra misión. 

 Es El, solo El. Es el que Es. No hay otro, no hay calco, no hay imitación, es el verdadero, que muchas veces no conocemos aquí porque nos obstinamos y enclaustramos en nosotros mismos y nos cerramos herméticamente a la grandiosidad que nuestro Creador nos regala gratuitamente y sin más interés que el de darnos su luz, conocimiento y verdad para ser auténticamente libres, participar de sus bondades y hacernos felices y sólidos. Es mucho más difícil e imposible tratar de ganar el amor que abandonarnos a él, aceptarlo y dejarlo que él nos vaya esculpiendo. 

La sencillez no se puede entender tan fácilmente. Si nos fijamos en Maria, vemos claramente como lo importante de la Virgen no fue lo que ella hizo por Dios sino la clave fue que ella dejo que el Todopoderoso hiciera grandes cosas en ella (Lucas1, 49).

 ¡Así de simple, así de grandioso! 

 Margarita Ramos

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